Un granjero entrado en años, que vivía solo, se lamentaba de su falta de fuerzas para arar el huerto en el que cada año cultivaba sus patatas.

Entristecido, escribió una carta a su hijo, quien se encontraba en prisión cumpliendo condena por la muerte de dos hombres. En la misiva decía a su hijo cuánto echaba en falta que no estuviera a su lado, entre otras cosas, porque era él quien le ayudaba a preparar el suelo para la siembra de las patatas.

Al poco tiempo, el viejo recibió respuesta de su hijo en una carta en la que le hacía una rotunda advertencia: “No se te ocurra mover esa tierra, allí enterré los cadáveres de los hombres que maté”.

A la madrugada siguiente, el granjero despertó entre ruidos y sirenas que procedían de la parte trasera de su casa. Al levantarse vio a policías y guardias removiendo la tierra con palas y máquinas, buscando afanosamente algo. Pasado un par de horas se retiraron frustrados, sin dar mayores explicaciones.

Varios días después, el granjero recibió de nuevo una carta de su hijo con el siguiente texto: “Ahora ya puedes sembrar tus patatas. Es lo mejor que pude hacer por ti, dadas mis circunstancias”.

Ya sea que vivas dentro o fuera de Venezuela, si piensas que no hay mucho que puedas hacer para salir de la dictadura y lograr que se respete la voluntad popular, reflexiona sobre el relato anterior y deja que aflore tu creatividad.

Recuerda que está muy bien seguir las directrices y atender a las convocatorias que realizan María Corina, Edmundo y su valiente equipo, pero no te restrinjas solo a eso, pon en marcha alguna otra iniciativa que contribuya al resultado que deseamos.

Tampoco te limites a esperar que una fuerza extranjera venga al rescate. La verdadera fuerza reside en nosotros y solo los venezolanos sabemos la gravedad de la situación por la que atraviesa nuestro amado país y como nos afecta a todos.

Millones de pequeños esfuerzos pueden crear una avalancha de acciones que transforme la situación de nuestra nación, hacia lo que queremos la mayoría de los venezolanos: convivir en libertad y desarrollarnos en paz.

© 2024 Vladimir Gómez Carpio
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