Círculos Dorados
del Ambroz
«Los Círculos Dorados del Ambroz son espacios relacionales de encuentro y convivencia que buscan habilitar
el ser en nosotros e impulsar iniciativas y proyectos que contribuyan a la transición de un modelo sociocultural
centrado en el ego y el dinero, a otro fundado en el ser y los recursos, incluida la tecnología».
Los círculos son reuniones de entre tres y doce personas que se juntan para abrir sus corazones y conseguir que aflore el ser en cada uno, disfrutar y celebrar la vida, y emprender proyectos de transformación socioeconómica.
Los miembros de los círculos se disponen a actuar como seres despiertos viviendo en «un nuevo mundo y una nueva Tierra», lo cual implica conectar con el ser que habita en cada uno, gracias al afecto, la confianza y la seguridad que se genera durante los encuentros.
Por lo tanto, lo más importante en un círculo es experimentar una nueva forma de ser y de convivir aquí y ahora. El énfasis está en prestar atención al momento presente «tal como es» y si decidimos transformar nuestra realidad, hacerlo desde la aceptación, no desde el rechazo.
Al buscar mejorar su entorno, los círculos lo hacen teniendo de referencia una sociedad que haga un uso inteligente de los recursos. No obstante, no se trata de vivir proyectados en un futuro mejor, aunque obviamente se trabaja para ello, sino en no perder el momento presente; lo único con lo que contamos. Es aquí y ahora donde transcurre la vida y queremos honrar ese instante estando atentos, conscientes.
Los círculos no pretenden implantar un modelo de vida diferente, sino contribuir a que este se produzca como consecuencia de un cambio de mentalidad.
Es decir, que el modelo que surja sea el resultado de una aspiración, producto de la elevación del nivel de consciencia de sus miembros.
Las personas asisten a los círculos con una actitud abierta, dispuestas a descubrir. Asumen el reto de estar atentas a sí mismas, alejadas de creencias y convenciones, para dar a luz una nueva humanidad a través del cambio que se va produciendo en cada una.
Es por ello que en las reuniones se habla desde el corazón, buscando dar voz a ese «niño interior» que tal vez vive atemorizado o desconcertado desde su llegada a este mundo, esperando el momento propicio para eclosionar, cual semilla de luz.
Eclosión que confiamos se hará posible gracias al vacío seguro y fértil que se genera en el círculo.
La idea de los círculos como espacios relacionales se inspira en la sabiduría de los indios americanos y de otras culturas ancestrales, recogida en frases tales como:
«En el Círculo, todos somos iguales. No hay nadie delante de ti, ni nadie detrás de ti. Nadie por encima, ni nadie por debajo. El Círculo es sagrado porque está diseñado para crear Unidad…».
También procede de la «espiritualidad matrística», que considera los círculos lugares de encuentro sagrado en los que los vínculos se basan en la empatía:
«Yo soy como tú y tú eres como yo, es más lo que nos une que lo que nos separa, pese a las apariencias… El Círculo es nuestra escuela y nuestro templo».
Su concepción se nutre, igualmente, de los Círculos de Escucha de Otto Scharmer (Massachusetts Institute of Technology) en el marco de su Teoría «U»:
«Abrir el corazón significa acceder a los niveles más profundos de nuestra percepción emocional y activarlo. En esa apertura vivimos la interconexión…».
Por su parte, el término dorado proviene de un sueño en el que vi una araña dorada sacando de su vientre un hilo del mismo color, con el que tejía una red. De forma similar los círculos aspiran tejer relaciones doradas entre las personas -de corazón a corazón- y con la naturaleza, al elevar la frecuencia vibratoria y promover que emerja lo mejor de cada uno.
El dorado es el color de la luz y los Círculos Dorados del Ambroz son espacios de luz y amor. Cuando hay luz, la oscuridad se disipa, cuando hay amor el ser humano y la sociedad florecen.
Finalmente, el Ambroz es el nombre de un hermoso valle en la provincia de Cáceres, España, donde estas ideas tomaron forma al abrigo de sus bosques de robles y castaños, de sus montañas y manantiales, y del cariño de personas maravillosas con un importante trabajo de desarrollo personal, algunas de ellas viviendo en comunidades.
Las actitudes y comportamientos desarrollados o reforzados a través de los círculos persiguen transformar nuestra mentalidad, nuestra forma de ser, y que esto se traduzca en un impacto en nuestro entorno.
Cuatro indicadores ayudan a comprobar el avance de los círculos:
- Cómo se siente cada persona durante los encuentros.
- Cómo se va sintiendo a lo largo de su día.
- Cómo evolucionan sus relaciones personales.
- Cómo ha conseguido mejorar su entorno físico.
En este sentido los círculos actúan como «elevadores» que nos trasladan a una nueva dimensión de nuestras vidas.
Las actitudes y comportamientos que se desarrollan a través de los círculos hacen suya la proverbial frase de Gandhi:
«Si pudiéramos cambiarnos a nosotros mismos, las tendencias en el mundo también podrían cambiar. Tal y como un hombre es capaz de transformar su propia naturaleza, también cambia la actitud del mundo hacia él. No necesitamos esperar a ver lo que hacen los demás».
Círculos Dorados
del Ambroz
«Los Círculos Dorados del Ambroz son espacios relacionales de encuentro y convivencia que buscan habilitar
el ser en nosotros e impulsar iniciativas y proyectos que contribuyan a la transición de un modelo sociocultural
centrado en el ego y el dinero, a otro fundado en el ser y los recursos, incluida la tecnología».
Los círculos son reuniones de entre tres y doce personas que se juntan para abrir sus corazones y conseguir que aflore el ser en cada uno, disfrutar y celebrar la vida, y emprender proyectos de transformación socioeconómica.
Los miembros de los círculos se disponen a actuar como seres despiertos viviendo en «un nuevo mundo y una nueva Tierra», lo cual implica conectar con el ser que habita en cada uno, gracias al afecto, la confianza y la seguridad que se genera durante los encuentros.
Por lo tanto, lo más importante en un círculo es experimentar una nueva forma de ser y de convivir aquí y ahora. El énfasis está en prestar atención al momento presente «tal como es» y si decidimos transformar nuestra realidad, hacerlo desde la aceptación, no desde el rechazo.
Al buscar mejorar su entorno, los círculos lo hacen teniendo de referencia una sociedad que haga un uso inteligente de los recursos. No obstante, no se trata de vivir proyectados en un futuro mejor, aunque obviamente se trabaja para ello, sino en no perder el momento presente; lo único con lo que contamos. Es aquí y ahora donde transcurre la vida y queremos honrar ese instante estando atentos, conscientes.
Los círculos no pretenden implantar un modelo de vida diferente, sino contribuir a que este se produzca como consecuencia de un cambio de mentalidad.
Es decir, que el modelo que surja sea el resultado de una aspiración, producto de la elevación del nivel de consciencia de sus miembros.
Las personas asisten a los círculos con una actitud abierta, dispuestas a descubrir. Asumen el reto de estar atentas a sí mismas, alejadas de creencias y convenciones, para dar a luz una nueva humanidad a través del cambio que se va produciendo en cada una.
Es por ello que en las reuniones se habla desde el corazón, buscando dar voz a ese «niño interior» que tal vez vive atemorizado o desconcertado desde su llegada a este mundo, esperando el momento propicio para eclosionar, cual semilla de luz.
Eclosión que confiamos se hará posible gracias al vacío seguro y fértil que se genera en el círculo.
La idea de los círculos como espacios relacionales se inspira en la sabiduría de los indios americanos y de otras culturas ancestrales, recogida en frases tales como:
«En el Círculo, todos somos iguales. No hay nadie delante de ti, ni nadie detrás de ti. Nadie por encima, ni nadie por debajo. El Círculo es sagrado porque está diseñado para crear Unidad…».
También procede de la «espiritualidad matrística», que considera los círculos lugares de encuentro sagrado en los que los vínculos se basan en la empatía:
«Yo soy como tú y tú eres como yo, es más lo que nos une que lo que nos separa, pese a las apariencias… El Círculo es nuestra escuela y nuestro templo».
Su concepción se nutre, igualmente, de los Círculos de Escucha de Otto Scharmer (Massachusetts Institute of Technology) en el marco de su Teoría «U»:
«Abrir el corazón significa acceder a los niveles más profundos de nuestra percepción emocional y activarlo. En esa apertura vivimos la interconexión…».
Por su parte, el término dorado proviene de un sueño en el que vi una araña dorada sacando de su vientre un hilo del mismo color, con el que tejía una red. De forma similar los círculos aspiran tejer relaciones doradas entre las personas -de corazón a corazón- y con la naturaleza, al elevar la frecuencia vibratoria y promover que emerja lo mejor de cada uno.
El dorado es el color de la luz y los Círculos Dorados del Ambroz son espacios de luz y amor. Cuando hay luz, la oscuridad se disipa, cuando hay amor el ser humano y la sociedad florecen.
Finalmente, el Ambroz es el nombre de un hermoso valle en la provincia de Cáceres, España, donde estas ideas tomaron forma al abrigo de sus bosques de robles y castaños, de sus montañas y manantiales, y del cariño de personas maravillosas con un importante trabajo de desarrollo personal, algunas de ellas viviendo en comunidades.
Las actitudes y comportamientos desarrollados o reforzados a través de los círculos persiguen transformar nuestra mentalidad, nuestra forma de ser, y que esto se traduzca en un impacto en nuestro entorno.
Cuatro indicadores ayudan a comprobar el avance de los círculos:
- Cómo se siente cada persona durante los encuentros.
- Cómo se va sintiendo a lo largo de su día.
- Cómo evolucionan sus relaciones personales.
- Cómo ha conseguido mejorar su entorno físico.
En este sentido los círculos actúan como «elevadores» que nos trasladan a una nueva dimensión de nuestras vidas.
Las actitudes y comportamientos que se desarrollan a través de los círculos hacen suya la proverbial frase de Gandhi:
«Si pudiéramos cambiarnos a nosotros mismos, las tendencias en el mundo también podrían cambiar. Tal y como un hombre es capaz de transformar su propia naturaleza, también cambia la actitud del mundo hacia él. No necesitamos esperar a ver lo que hacen los demás».