¿Está el liderazgo en vías de extinción? ( Parte I )
Un oficio que va en desuso
Diferentes estudios apuntan a una enfermedad de carácter endémico que aqueja al mundo de las organizaciones y a la sociedad entera: la falta de compromiso.
Cientos de miles de trabajadores se dirigen diariamente a cumplir sus responsabilidades y realizar sus rituales de trabajo con una gran falta de motivación y de identificación con la empresa o institución a la que prestan sus servicios.
Este fenómeno ocurre, además, en el contexto de una sociedad en la que sus miembros no confían plenamente en ella, ya que la perciben deshumanizada. Ni confían en sus dirigentes, los cuales sienten que no los representan y que solo velan por sus propios intereses.
Al diagnosticar la falta de implicación y de creatividad de las masas trabajadoras, a diferencia de lo que se observa en las organizaciones ejemplares, los especialistas apuntan a un binomio que para muchos resulta casi una obviedad: la falta de liderazgo por parte de sus dirigentes y la de compromiso por parte de los trabajadores. Lo que no siempre resulta tan obvio es cómo atacar ambas causas.
Transformar el liderazgo constituye todo un desafío, pues supone no solo intervenir en las generaciones en formación, sino también en la clase dirigente, la élite, para cambiar sus creencias y patrones de comportamiento, y para que desarrollen nuevas habilidades que no dependan del ejercicio del poder.
La dificultad estriba en que quienes llegaron a posiciones de poder sin haber tenido un proceso paralelo de maduración emocional y desarrollo de la consciencia, es muy probable que no vayan a estar dispuestos a reconocer sus debilidades, ni mucho menos a renunciar a su jerarquía para empoderar a otros.
No obstante, el entorno tecnológico actual está ayudando a modelar las maneras de dirigir a las personas y el liderazgo se está transformando de forma acelerada, al punto de que me atrevo a predecir que estamos ante una institución en vías de extinción. ¡Sí, como lo escuchas: de extinción, de desaparición!
A más de uno esto podrá parecerle un exabrupto. «¿Cómo haríamos sin alguien que nos dirija?» – pensará.
Pero en la medida en la que la inteligencia artificial, la automatización generalizada y la conectividad global continúen ganando espacios y que el tiempo de trabajo per cápita vaya disminuyendo como consecuencia de la escasez mundial de empleos y del declive del modelo consumista, las presiones sobre el esquema organizativo basado en el liderazgo aumentarán.
Herencia de conquistas, invasiones, colonizaciones, monarquías, supersticiones y otras formas de dominación llevadas a cabo por los “hijos del poder”, el liderazgo, por más moderno y humano que se nos intente presentar, supone que alguien sabe o es capaz de gestionar algo que los demás desconocen o no pueden manejar, lo cual le faculta a dirigir sus vidas. Digamos que da por sentado una especie de minusvalía o incapacidad del otro, el cual la cree y asume con resignación.
Detrás de la práctica de endiosar a los líderes —muchos de ellos con indiscutibles méritos— tal vez se esconda una actitud cómoda por parte de sus seguidores: la de no implicarse en profundidad en los problemas que les atañen, para dejar que sean otros los que tomen las decisiones por ellos.
Y no niego que los líderes puedan poseer talentos o habilidades que agreguen valor en los diferentes procesos requeridos por la sociedad, solo que justificamos su existencia basados principalmente en competencias asociadas al ejercicio del poder, sin lo cual su trabajo dejaría de tener sentido; particularmente en la actualidad.
La transformación digital nos está conduciendo a una sociedad en la que el liderazgo y la autoridad que este conlleva, en cuanto a su rol técnico, se está diluyendo entre sistemas y máquinas que consiguen llevarlo a cabo de una manera más eficiente. Y en cuanto a su rol socioafectivo, está siendo trasladado a manos de equipos de trabajo cada vez más autónomos, conscientes y auto motivados, que han aprendido a cocrear y coproducir.
«Si posees claridad, si eres una luz interna para ti mismo, nunca seguirás a nadie».
Krishnamurti
Del libro: “Cómo llevar la luz al poder, en nuestra vida y en el sistema”, del autor.
CONTINÚA…
© 2024 Vladimir Gómez Carpio
www.vladimirgomezc.com
¿Está el liderazgo en vías de extinción?
( Parte I )
Un oficio que va en desuso
Diferentes estudios apuntan a una enfermedad de carácter endémico que aqueja al mundo de las organizaciones y a la sociedad entera: la falta de compromiso.
Cientos de miles de trabajadores se dirigen diariamente a cumplir sus responsabilidades y realizar sus rituales de trabajo con una gran falta de motivación y de identificación con la empresa o institución a la que prestan sus servicios.
Este fenómeno ocurre, además, en el contexto de una sociedad en la que sus miembros no confían plenamente en ella, ya que la perciben deshumanizada. Ni confían en sus dirigentes, los cuales sienten que no los representan y que solo velan por sus propios intereses.
Al diagnosticar la falta de implicación y de creatividad de las masas trabajadoras, a diferencia de lo que se observa en las organizaciones ejemplares, los especialistas apuntan a un binomio que para muchos resulta casi una obviedad: la falta de liderazgo por parte de sus dirigentes y la de compromiso por parte de los trabajadores. Lo que no siempre resulta tan obvio es cómo atacar ambas causas.
Transformar el liderazgo constituye todo un desafío, pues supone no solo intervenir en las generaciones en formación, sino también en la clase dirigente, la élite, para cambiar sus creencias y patrones de comportamiento, y para que desarrollen nuevas habilidades que no dependan del ejercicio del poder.
La dificultad estriba en que quienes llegaron a posiciones de poder sin haber tenido un proceso paralelo de maduración emocional y desarrollo de la consciencia, es muy probable que no vayan a estar dispuestos a reconocer sus debilidades, ni mucho menos a renunciar a su jerarquía para empoderar a otros.
No obstante, el entorno tecnológico actual está ayudando a modelar las maneras de dirigir a las personas y el liderazgo se está transformando de forma acelerada, al punto de que me atrevo a predecir que estamos ante una institución en vías de extinción. ¡Sí, como lo escuchas: de extinción, de desaparición!
A más de uno esto podrá parecerle un exabrupto. «¿Cómo haríamos sin alguien que nos dirija?» – pensará.
Pero en la medida en la que la inteligencia artificial, la automatización generalizada y la conectividad global continúen ganando espacios y que el tiempo de trabajo per cápita vaya disminuyendo como consecuencia de la escasez mundial de empleos y del declive del modelo consumista, las presiones sobre el esquema organizativo basado en el liderazgo aumentarán.
Herencia de conquistas, invasiones, colonizaciones, monarquías, supersticiones y otras formas de dominación llevadas a cabo por los “hijos del poder”, el liderazgo, por más moderno y humano que se nos intente presentar, supone que alguien sabe o es capaz de gestionar algo que los demás desconocen o no pueden manejar, lo cual le faculta a dirigir sus vidas. Digamos que da por sentado una especie de minusvalía o incapacidad del otro, el cual la cree y asume con resignación.
Detrás de la práctica de endiosar a los líderes —muchos de ellos con indiscutibles méritos— tal vez se esconda una actitud cómoda por parte de sus seguidores: la de no implicarse en profundidad en los problemas que les atañen, para dejar que sean otros los que tomen las decisiones por ellos.
Y no niego que los líderes puedan poseer talentos o habilidades que agreguen valor en los diferentes procesos requeridos por la sociedad, solo que justificamos su existencia basados principalmente en competencias asociadas al ejercicio del poder, sin lo cual su trabajo dejaría de tener sentido; particularmente en la actualidad.
La transformación digital nos está conduciendo a una sociedad en la que el liderazgo y la autoridad que este conlleva, en cuanto a su rol técnico, se está diluyendo entre sistemas y máquinas que consiguen llevarlo a cabo de una manera más eficiente. Y en cuanto a su rol socioafectivo, está siendo trasladado a manos de equipos de trabajo cada vez más autónomos, conscientes y auto motivados, que han aprendido a cocrear y coproducir.
«Si posees claridad, si eres una luz interna para ti mismo, nunca seguirás a nadie».
Krishnamurti
Del libro: “Cómo llevar la luz al poder, en nuestra vida y en el sistema”, del autor.
CONTINÚA…
© 2024 Vladimir Gómez Carpio
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