Deja que tu éxito haga todo el ruido
“Explosión sónica y cambio organizativo”
La imagen que ilustra este artículo nos muestra el fenómeno que se produce por la compresión del aire, al momento en que un avión se acerca a la velocidad del sonido.
Cuando una aeronave se desplaza a una velocidad subsónica (por debajo de los 343 metros por segundo) las ondas se mueven tanto por delante como por detrás de la aeronave, porque el sonido va más rápido que ésta. Pero al alcanzar la velocidad del sonido, las ondas se comprimen por delante de él y se expanden por detrás formando un cono de presión de aire, con la consiguiente condensación de vapor de agua, tal como se ve en la foto. De esta forma, el llamado “cono de Mach” muestra a un observador externo que se ha logrado superar la velocidad del sonido.
En el mundo empresarial, las organizaciones viven reaccionando a los cambios que se generan en su entorno; impactando en éste, a su vez, mediante los cambios que ellas mismas generan. En un permanente forcejeo entre la empresa y el ambiente en el que se desenvuelve.
Cuando es el entorno el que marca el ritmo de la dinámica organizativa, decimos que estamos ante una organización reactiva. Cuando es más bien la empresa la que consigue modificar el entorno -como es el caso de las empresas punteras de tecnologías – estamos ante una empresa transformadora.
La velocidad de innovación tecnológica muchas veces determina el que las empresas reactivas rompan su inercia y aceleren su desarrollo, para beneficio de sus accionistas, empleados y demás stakeholders (partes interesadas).
¿Cuándo se alcanzan este punto de quiebre? ¿Cuándo entra una empresa en esa otra dimensión de empresa transformadora?
Para un observador externo, existe toda una serie de signos que evidencian el efecto que produce la ruptura de la inercia organizativa. He aquí algunos de ellos:
- Las ventas van tirando del carro que es la empresa y ésta se va organizando aceleradamente, a la velocidad de su crecimiento.
- Se desarrollan nuevos mecanismos para estar cerca de los clientes y convertir sus requerimientos en atributos del producto.
- El entusiasmo y la motivación se sienten por doquier en el seno de la empresa y el ritmo de trabajo es alto.
- Existe una nueva actitud ante el aprendizaje, el cual deja de ser percibido como un elemento esporádico, para ser visto como un proceso más de la organización.
- Cada aprendizaje significativo se documenta de manera sistemática y queda disponible para los demás.
- Se exploran nuevos mercados y nuevos canales de comercialización, y la oferta de la empresa, al igual que su modelo de negocios se adecua a los nuevos requerimientos.
- La información financiera es confiable y oportuna, y constituye la base para la toma de decisiones. Existen indicadores de gestión (KPI) para regular los procesos.
- La planificación estratégica es profunda, participativa y eficaz, y el seguimiento a los planes un imperativo de la alta dirección.
- La gestión de proyectos penetra toda la organización y los deadline (fechas tope) de las tareas se cumplen.
No siempre sabemos cuáles son los elementos de la fórmula empleada por las empresas en cada experiencia exitosa, eso es parte de la magia de cada emprendedor que consigue destacarse dentro del universo empresarial. ¿Qué fuerza motriz impulsó el cambio? ¿Cómo logró sacar provecho de las oportunidades? ¿Cómo decidió en qué invertir? Son preguntas cuyas respuestas exactas desconocemos, pero lo cierto es que, obviamente, sus líderes han logrado resolverlas debidamente.
Cada vez que una de esas empresas rompe la “barrera del sonido”, quienes estamos afuera nos sorprendemos por el estallido sónico de su éxito y por el cono de vapor de los efectos positivos que deja a favor de todos sus stakeholders.
Estos emprendedores parecieran haber hecho suyos los versos de Mery Bracho:
“Trabaja duro en silencio, deja que tu éxito haga el ruido.
Esfuérzate cada día en alcanzar lo que deseas,
hablando menos y ejecutando más,
diciendo menos lo que vas a hacer
estando ocupado en lo que hay que lograr.
Hazlo con gran responsabilidad
sin esperar que otros te digan lo que hay que hacer.
Si ya hay una planificación y conoces el proyecto,
hazlo con optimismo,
mirando en tu visión ese éxito que vendrá.
Con alegría para que la travesía sea más corta,
con constancia, con planificación y buena ejecución,
teniendo en cuenta los pequeños detalles,
que son los que en suma dan la fortaleza a lo que haces,
o por el contrario permiten el derrumbe de los sueños.
Hazlo con seguridad y luego
deja que tu éxito haga el ruido”.
De manera que concentrémonos en lo que hay que hacer, lo que nos dicta la sapiencia empresarial, que el cono del éxito resonará por sí solo.
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© 2024 Vladimir Gómez Carpio
Consultor en Desarrollo Organizativo
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