Infoxicación y Management
Conocimientos ¿cuánto es suficiente?
Es interesante observar cómo muchos empresarios incorporan a sus organizaciones los resultados de las investigaciones que se realizan en el campo del comportamiento y la cultura organizativa, así como los modelos que los teóricos han diseñado para explicar la conducta de las empresas exitosas.
Este proceder denota un genuino interés de estos líderes por dirigir técnicamente sus organizaciones y por aplicar fórmulas y métodos que les aseguren la obtención de buenos resultados.
Pero los ejecutivos no escapan al peligro de la “infoxicación”, una afección del mundo moderno. La infoxicación es un estado de angustia generado como consecuencia del enorme cúmulo de información que se produce cada día, prácticamente en cualquier campo del saber humano, generando en el afectado la sensación de que nunca logrará aprender todo lo que “debería” saber.
Los ejecutivos inquietos se apuntan regularmente a programas de posgrado, devoran libros sobre sus temas de interés y se suscriben a publicaciones que les mantienen al tanto de los avances del mundo gerencial. Pero la proporción entre lo que saben en teoría versus lo que logran llevar a la práctica suele ser muy baja. Es decir, lo que logran destilar de la cantidad de modelos, teorías y buenas prácticas de gestión estudiadas es relativamente escaso y más escaso aun lo que les resulta realmente eficaz.
De manera que muchas informaciones se tornan una carga innecesaria en la mente de nuestros ejecutivos y terminan es engrosando su arsenal de creencias y referencias más no el de sus habilidades.
Pero los ciclos económicos a los que viven expuestas las empresas, exigen de sus ejecutivos “bajar a tierra”. La demanda por resultados obliga al tamizado de teorías y modelos, para quedarse solo con aquellos elementos realmente útiles, que encuentren aplicación en el contexto particular de cada empresa.
El paradigma de que saber más implica necesariamente un mejor desempeño organizativo, ha de ser cuestionado. Un grupo puede perderse en los análisis y las reflexiones, cayendo en deliberaciones interminables y en reuniones especulativas, que lo que hacen es malversar el precioso tiempo ejecutivo.
Si bien el empirismo puede llevar a las organizaciones a aprender por el camino duro, el del ensayo y error, ese camino tiene la ventaja de que propicia la acción y fortalece el carácter; siempre y cuando la organización pueda permitirse tales experimentos y disponga de los fondos necesarios como para hacer experimentos sin comprometer su integridad.
Por su parte, los conceptos y modelos, si bien aportan el marco teórico necesario para que las acciones se planifiquen y puedan resultar coherentes, podrían llevar a la “parálisis por análisis” y propiciar el miedo a errar, así como las conductas defensivas dentro de la organización.
¿Cuál podría ser entonces el punto medio, la posición equilibrada entre la teoría y la práctica?
Diríamos que la de tener al menos un diagnóstico de cada situación a la cual nos enfrentemos, junto a una hipótesis preliminar que intente explicar qué acciones generarían determinados efectos, a la vez que la constante actitud de pasar a la acción lo antes posible; sin detenerse tanto en consideraciones y, sobre todo, sin temer aprender haciendo.
Mucha de la información que nos rodea en la “infosfera” en la que vivimos inmersos, tiene poco que ver con nuestra situación actual o potencial, y el paradigma de que “hay que estar informado” debe ser desafiado, en aras de una mayor tranquilidad mental y una mayor efectividad ejecutiva. La capacidad de discriminar lo útil de lo superfluo es esencial para prevenir la infoxicación.
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© 2024 Vladimir Gómez Carpio
Consultor en Desarrollo Organizativo
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