Planificar en tiempos expansivos (Parte II)
Disrupción tecnológica y planificación estratégica
Ante el futurible -futuro posible- que plantea la singularidad tecnológica, los procesos de planificación estratégica (P.E.) tendrían que incorporar los siguientes elementos:
- Conformar una inteligencia grupal: Utilizar toda la capacidad de la organización para advertir cambios e interpretar tendencias, apelando no solo al equipo directivo, sino a la organización entera. Prestando especial atención a la opinión de los jóvenes y asignando a cada empleado responsabilidades específicas por la detección de los movimientos en el entorno político, económico, social, tecnológico, ambiental …
- Gestionar ágilmente los riesgos y las oportunidades: Debería facilitarse el registro sistematizado de las amenazas y las oportunidades detectadas e integrarlas dentro de los workflows -flujos de trabajo automatizados- de la empresa, con responsables, tiempos de respuesta y niveles de alarma preestablecidos, atendiendo al impacto potencial y a la probabilidad de ocurrencia de ambos tipos de situaciones.
- Apelar a la simulación de escenarios: El proceso de P.E. debería poder simular dinámicamente los escenarios que produciría la combinación de cambios probables en los diferentes entornos, y documentar y hacer seguimiento a los planes de acción y de contingencia derivados de su análisis.
- Dar énfasis a lo estratégico y a la innovación: Disponer de herramientas para monitorizar el tiempo invertido por cada empleado o unidad organizativa en actividades ordinarias, coyunturales y estratégicas, y promover el incremento de las terceras. Establecer cuotas de innovación -metas- que estimulen la capacidad creativa del grupo, impulsando, entre otros procesos, la vigilancia tecnológica.
- Instituir una cultura de ejecución: Dotar de medios que favorezcan una cultura de cumplimiento, elevando el nivel de compromiso y reduciendo los tiempos de respuesta de los equipos de trabajo, fortaleciendo así la “capacidad de cumplimiento cabal” de la organización. Esto se requiere tanto para alcanzar un alto grado de ejecución como de maniobrabilidad, tal que permita cambiar de dirección siempre que sea requerido y hacerlo además de manera sincrónica (efecto “bandada de estorninos”).
- Cuestionar el paradigma de autoridad: Es preciso entender que quienes tienen el poder y la mayor responsabilidad en la actualidad, podrían ser remplazados por máquinas y/o por grupos conscientes de trabajo auto organizados, por lo que debemos ir abriendo los espacios de decisión, incentivar la participación de los empleados y empoderarlos para que se involucren de forma decidida en trabajar conjuntamente en la creación de valor.
- Equilibrar la distribución de beneficios: Una de las consecuencias previsibles de la singularidad es un cambio en los criterios de distribución de los beneficios de las empresas, de acuerdo con la contribución efectiva de los implicados en el logro de los objetivos. E, igualmente, un aumento de la remuneración no monetaria, del denominado “salario emocional”, ese conjunto de beneficios que no van en el pago de la nómina sino en forma de otro tipo de ventajas que inciden positivamente en la calidad de vida del trabajador.
Según varios expertos la singularidad está en camino y es mucho lo que podemos hacer para aprovechar el proceso expansivo que esta conlleva a fin de prepararnos para ese punto de inflexión en el que la raza humana entrará en una nueva etapa de su desarrollo y de su evolución.
Es evidente que este no será un proceso simétrico, que no se dará de igual forma en todas partes, ni en todos los ámbitos del quehacer humano. Pero tarde o temprano acabará impactándonos a todos, como de hecho ha venido sucediendo con los avances tecnológicos en las últimas décadas.
La planificación estratégica ha de adecuarse a la nueva realidad de la singularidad tecnológica desde una perspectiva sistémica, tornándose una herramienta de gestión altamente iterativa que dote a las organizaciones de la capacidad de integrar conocimientos, identificar situaciones -tanto favorables como adversas- y movilizar talentos y recursos en pro de sus objetivos. Todo ello dentro de un entorno que nos sorprenderá cada día más.
© 2024 Vladimir Gómez Carpio
www.vladimirgomezc.com
Planificar en tiempos expansivos (Parte II)
Disrupción tecnológica y planificación estratégica
Ante el futurible -futuro posible- que plantea la singularidad tecnológica, los procesos de planificación estratégica (P.E.) tendrían que incorporar los siguientes elementos:
- Conformar una inteligencia grupal: Utilizar toda la capacidad de la organización para advertir cambios e interpretar tendencias, apelando no solo al equipo directivo, sino a la organización entera. Prestando especial atención a la opinión de los jóvenes y asignando a cada empleado responsabilidades específicas por la detección de los movimientos en el entorno político, económico, social, tecnológico, ambiental …
- Gestionar ágilmente los riesgos y las oportunidades: Debería facilitarse el registro sistematizado de las amenazas y las oportunidades detectadas e integrarlas dentro de los workflows -flujos de trabajo automatizados- de la empresa, con responsables, tiempos de respuesta y niveles de alarma preestablecidos, atendiendo al impacto potencial y a la probabilidad de ocurrencia de ambos tipos de situaciones.
- Apelar a la simulación de escenarios: El proceso de P.E. debería poder simular dinámicamente los escenarios que produciría la combinación de cambios probables en los diferentes entornos, y documentar y hacer seguimiento a los planes de acción y de contingencia derivados de su análisis.
- Dar énfasis a lo estratégico y a la innovación: Disponer de herramientas para monitorizar el tiempo invertido por cada empleado o unidad organizativa en actividades ordinarias, coyunturales y estratégicas, y promover el incremento de las terceras. Establecer cuotas de innovación -metas- que estimulen la capacidad creativa del grupo, impulsando, entre otros procesos, la vigilancia tecnológica.
- Instituir una cultura de ejecución: Dotar de medios que favorezcan una cultura de cumplimiento, elevando el nivel de compromiso y reduciendo los tiempos de respuesta de los equipos de trabajo, fortaleciendo así la “capacidad de cumplimiento cabal” de la organización. Esto se requiere tanto para alcanzar un alto grado de ejecución como de maniobrabilidad, tal que permita cambiar de dirección siempre que sea requerido y hacerlo además de manera sincrónica (efecto “bandada de estorninos”).
- Cuestionar el paradigma de autoridad: Es preciso entender que quienes tienen el poder y la mayor responsabilidad en la actualidad, podrían ser remplazados por máquinas y/o por grupos conscientes de trabajo auto organizados, por lo que debemos ir abriendo los espacios de decisión, incentivar la participación de los empleados y empoderarlos para que se involucren de forma decidida en trabajar conjuntamente en la creación de valor.
- Equilibrar la distribución de beneficios: Una de las consecuencias previsibles de la singularidad es un cambio en los criterios de distribución de los beneficios de las empresas, de acuerdo con la contribución efectiva de los implicados en el logro de los objetivos. E, igualmente, un aumento de la remuneración no monetaria, del denominado “salario emocional”, ese conjunto de beneficios que no van en el pago de la nómina sino en forma de otro tipo de ventajas que inciden positivamente en la calidad de vida del trabajador.
Según varios expertos la singularidad está en camino y es mucho lo que podemos hacer para aprovechar el proceso expansivo que esta conlleva a fin de prepararnos para ese punto de inflexión en el que la raza humana entrará en una nueva etapa de su desarrollo y de su evolución.
Es evidente que este no será un proceso simétrico, que no se dará de igual forma en todas partes, ni en todos los ámbitos del quehacer humano. Pero tarde o temprano acabará impactándonos a todos, como de hecho ha venido sucediendo con los avances tecnológicos en las últimas décadas.
La planificación estratégica ha de adecuarse a la nueva realidad de la singularidad tecnológica desde una perspectiva sistémica, tornándose una herramienta de gestión altamente iterativa que dote a las organizaciones de la capacidad de integrar conocimientos, identificar situaciones -tanto favorables como adversas- y movilizar talentos y recursos en pro de sus objetivos. Todo ello dentro de un entorno que nos sorprenderá cada día más.
© 2024 Vladimir Gómez Carpio
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