Relaciones que funcionan
Cómo avanzar y desarrollarse en grupo
Establecer vínculos y nexos con las demás personas es parte del hecho de vivir en sociedad.
Algunas de estas relaciones las tenemos por default (por defecto), como es el caso de las relaciones consanguíneas: padres, hermanos, hijos, tíos, primos… Mientras que las demás las suscribimos voluntariamente y en distinto grado: conocidos, amigos, parejas, socios, vecinos, compañeros de trabajo y otras por el estilo.
Pero independientemente del tipo de relación que establezcamos con nuestros semejantes, estas funcionan a manera de canales de comunicación a través de los cuales intercambiamos ideas, impresiones, emociones, sentimientos, requerimientos y objetos.
Estos canales tiene la característica de que se mantienen, así no los utilicemos. Por ejemplo, si tenemos un amigo con el cual llevamos tiempo sin hablarnos, no por ello dejará de ser nuestro amigo; pasará a la categoría de amigo lejano. Aunque es cierto que las relaciones se enfrían, se debilitan y eventualmente se rompen, como en el caso de un divorcio o de la ruptura de una sociedad. Pero incluso en esos casos el nexo entre las personas queda, de alguna forma permanece.
Ahora bien, cuando nos ponemos en marcha para llevar a cabo nuestra misión de vida, ya sea desarrollar una profesión, una familia o un proyecto cualquiera, las relaciones se tornan imprescindibles a efectos conseguir nuestros fines.
Y es que vivir en sociedad implica fundamentalmente un permanente intercambio de energía con los demás, para lo cual se requieren las relaciones fiables.
¿Qué es una relación fiable?
Es aquella dentro de la cual el intercambio de energía que sucede se da de manera fluida, eficiente. Son esas relaciones en las que, por ejemplo, cuando le pedimos algo a alguien lo conseguimos; si nos comunicamos obtenemos respuesta, si requerimos ayuda, la obtenemos.
En el ámbito laboral, profesional o ciudadano, las relaciones fiables determinan nuestro grado de éxito profesional, económico, comunitario, político.
En dicho ámbito, la confianza surge como la consecuencia de una historia inter-personal cimentada en una serie de acuerdos cumplidos. Si todas nuestras relaciones fuesen fiables, quizás lo único que se interpondría entre nuestras metas y el poder verlas hechas realidad, sería el tiempo.
¿Por qué no todas nuestra relaciones son fiables?
Pues porque sencillamente no siempre cumplimos lo que prometemos o aquello que estamos supuestos a hacer.
Entre las causas principales de que alguien no sea fiable están:
- Comprometerse a hacer cosas que no han sido bien entendidas
- Una deficiente gestión del tiempo
- Actuar con ligereza al momento de dar nuestra palabra
- No tener consciencia de las consecuencias de incumplir
- No haber identificado bien los talentos o recursos requeridos para cumplir un ofrecimiento
Todas estás causas se resuelven cuando logramos suscribir compromisos de manera responsable.
¿En qué consiste esto?
Es una práctica que se basa en:
- Cerciorarnos de comprender debidamente el alcance de los compromisos.
- Establecer puntos de seguimiento y control que nos permitan comprobar la evolución de las tareas.
- Hacer saber al otro cómo percibimos su avance, en forma y tiempo, en la ejecución de los compromisos.
- Dar feedback al otro sobre el resultado final conseguido, reconociendo el correcto cumplimiento o denunciando el fallido.
- Llevar un récord sobre el cumplimiento de las personas con las que nos relacionamos: tipo A, normalmente cumplen; tipo B, ocasionalmente cumplen; tipo C, acostumbran incumplir.
De manera que si quiere lograr sus metas en grupo, conviértase en una persona tipo A para sus relacionados y logre igualmente rodearse de gente tipo “A”.
© 2024 Vladimir Gómez Carpio
Consultor en Desarrollo Organizativo
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