Quedarse en casa (en tu corazón)
Vivir en el nuevo tiempo
Muchas personas han utilizado el recogimiento forzado al que nos hemos visto sometidos como consecuencia de las medidas impuestas por la “pandemia”, para revisar sus prioridades y replantear sus relaciones.
Si nos quedamos recogidos en casa no ha sido para permanecer allí indefinidamente, sino solo hasta que sea “seguro” volver a recuperar nuestros espacios de una manera más consciente, producto de la reflexión que hayamos podido realizar. Y no me refiero solo a los espacios físicos, sino también a los comunicacionales, los de decisión y los de acción.
Un inmenso grupo de personas tiene la sensación de que hemos entrado de lleno en “otro tiempo”. Cada uno ha llegado a dicha conclusión partiendo de diferentes premisas, ya sea por los hechos y tendencias concretas observadas en nuestro entorno, por el legado de sabidurías milenarias, por creencias o interpretaciones de carácter religioso o por intuiciones personales.
Pero, independientemente de su origen, lo cierto es que hemos coincidido en un mismo punto, en una suerte de encrucijada a partir de la cual vemos que se abren dos grandes vías para nuestra realización.
Por un lado está la vía que ya conocemos, la de la mente, la codicia, el afán de poder, el ego, la competitividad, “desarrollarnos” de espaldas a la naturaleza y empleando la tecnología para construir la distopía de una tiranía de carácter global.
Los resultados de esta vía son bien conocidos, pues están presentes en todas las tragedias de origen antrópico -producidas por el hombre- que agobian a nuestra humanidad.
Por otro lado está la vía del corazón, de la generosidad, del fluir con la vida, del desarrollo de la consciencia, de la cooperación, de vivir en sintonía con la naturaleza y del uso de la tecnología para hacer realidad el sueño de una distribución racional y equitativa de los recursos.
Los resultados de esta segunda vía apenas los hemos apreciado, pero son lo suficientemente prometedores como para poner nuestro empeño en hacer realidad esa opción en toda su plenitud.
Para quienes elegimos esta vía, es preciso dar dos pasos importantes:
Uno es el de “quedarnos en el corazón”. Hacer un hábito de la consulta frecuente a nuestro sentir más profundo para encontrar allí las “instrucciones de vuelo”, la forma de llevar nuestras vidas en este nuevo tiempo, con la certeza de que encontraremos la misma “partitura” que están siguiendo millones de seres humanos en todo el planeta. Seres que hemos decidido confiar en nuestra conciencia para que guíe nuestro proceder.
El otro paso es el de ir al encuentro de gente que comparta nuestros mismos intereses. Gente a la que podamos aportar alguna de las piezas del gran puzzle o rompecabezas que debemos armar entre todos, siguiendo las instrucciones de nuestra consciencia. Me refiero a personas comprometidas en cambiar alguna parte de nuestro sistema de vida, desde el corazón.
El tiempo esperado ha llegado. Nos toca ahora elegir el rol en el que nos implicaremos y pasar a la acción.
Y no se trata de “quedarnos en casa”, sino de quedarnos, para siempre, en nuestros corazones, poniendo el intelecto al servicio de nuestra sensibilidad para, desde allí, transformar nuestra realidad.
© 2024 Vladimir Gómez Carpio
www.vladimirgomezc.com
Quedarse en casa (en tu corazón)
Vivir en el nuevo tiempo
Muchas personas han utilizado el recogimiento forzado al que nos hemos visto sometidos como consecuencia de las medidas impuestas por la “pandemia”, para revisar sus prioridades y replantear sus relaciones.
Si nos quedamos recogidos en casa no ha sido para permanecer allí indefinidamente, sino solo hasta que sea “seguro” volver a recuperar nuestros espacios de una manera más consciente, producto de la reflexión que hayamos podido realizar. Y no me refiero solo a los espacios físicos, sino también a los comunicacionales, los de decisión y los de acción.
Un inmenso grupo de personas tiene la sensación de que hemos entrado de lleno en “otro tiempo”. Cada uno ha llegado a dicha conclusión partiendo de diferentes premisas, ya sea por los hechos y tendencias concretas observadas en nuestro entorno, por el legado de sabidurías milenarias, por creencias o interpretaciones de carácter religioso o por intuiciones personales.
Pero, independientemente de su origen, lo cierto es que hemos coincidido en un mismo punto, en una suerte de encrucijada a partir de la cual vemos que se abren dos grandes vías para nuestra realización.
Por un lado está la vía que ya conocemos, la de la mente, la codicia, el afán de poder, el ego, la competitividad, “desarrollarnos” de espaldas a la naturaleza y empleando la tecnología para construir la distopía de una tiranía de carácter global.
Los resultados de esta vía son bien conocidos, pues están presentes en todas las tragedias de origen antrópico -producidas por el hombre- que agobian a nuestra humanidad.
Por otro lado está la vía del corazón, de la generosidad, del fluir con la vida, del desarrollo de la consciencia, de la cooperación, de vivir en sintonía con la naturaleza y del uso de la tecnología para hacer realidad el sueño de una distribución racional y equitativa de los recursos.
Los resultados de esta segunda vía apenas los hemos apreciado, pero son lo suficientemente prometedores como para poner nuestro empeño en hacer realidad esa opción en toda su plenitud.
Para quienes elegimos esta vía, es preciso dar dos pasos importantes:
Uno es el de “quedarnos en el corazón”. Hacer un hábito de la consulta frecuente a nuestro sentir más profundo para encontrar allí las “instrucciones de vuelo”, la forma de llevar nuestras vidas en este nuevo tiempo, con la certeza de que encontraremos la misma “partitura” que están siguiendo millones de seres humanos en todo el planeta. Seres que hemos decidido confiar en nuestra conciencia para que guíe nuestro proceder.
El otro paso es el de ir al encuentro de gente que comparta nuestros mismos intereses. Gente a la que podamos aportar alguna de las piezas del gran puzzle o rompecabezas que debemos armar entre todos, siguiendo las instrucciones de nuestra consciencia. Me refiero a personas comprometidas en cambiar alguna parte de nuestro sistema de vida, desde el corazón.
El tiempo esperado ha llegado. Nos toca ahora elegir el rol en el que nos implicaremos y pasar a la acción.
Y no se trata de “quedarnos en casa”, sino de quedarnos, para siempre, en nuestros corazones, poniendo el intelecto al servicio de nuestra sensibilidad para, desde allí, transformar nuestra realidad.
© 2024 Vladimir Gómez Carpio
www.vladimirgomezc.com