Tejiendo una nueva realidad
Un nuevo destino para la humanidad
La armonía que queremos ver en el mundo es hoy en día una posibilidad muy real, si nos proponemos trascender la dualidad en la que vivimos inmersos y dar cabida no solo a aquello con lo que simpatizamos, sino también a lo que se nos presenta opuesto a nuestros intereses y preferencias.
Es preciso ver las situaciones de nuestra vida sin tomar partido, con una nueva mirada, inclusiva, envolvente, tal que nos permita salir de la trampa del ego y de su adicción a identificarnos solo con una de las partes observadas.
Una forma de conseguir esta perspectiva es mediante la auto observación y la práctica de tomar distancia de nuestros pensamientos.
Si ante una determinada situación incómoda o directamente conflictiva, nos preguntamos ¿qué se ha movido en mí al interpretar esta situación?, y la respuesta es: un sentimiento de rechazo o de resistencia, sabremos que estamos respondiendo desde el ego. Pero si nuestro sentir es de simple contemplación, como quién ve correr las aguas de un río, entonces será nuestra esencia la que se estará manifestando.
El gran despertar de la humanidad tiene que ver con asumir nuestra verdadera identidad -no la ilusoria- en todo cuanto hagamos, y con poner nuestra atención en lo que queremos hacer realidad y dejar de dar fuerza a lo que no queremos. Para esto último, las noticias a las que tendremos que prestar atención serán aquellas que están alineadas con lo que deseamos manifestar, las relativas a cómo hacerlo posible y traerlo a nuestras vidas. Y dejaremos de entretenernos con relatos negativos y atemorizantes que actúan como distractores de nuestra intención.
Participar en el mundo desde el amor y no desde el miedo, y persistir en él, nos transportará a una nueva dimensión de nuestras vidas. Actitud que debemos mantener no solo con quienes nos resulten agradables y cercanos, sino, también con quienes consiguen sacarnos de nuestras casillas.
Un ejercicio útil antes de responder a una situación que podría tener la posibilidad de alterarnos, consiste en formularnos la proverbial pregunta “¿Quién soy yo?”. No para ponernos a filosofar e intentar responderla desde el intelecto, sino para sentirla profundamente. Ese solo hecho, realizado de manera consciente, nos ayuda a consustanciarnos con nuestra verdadera identidad.
Una vez percatados de quienes realmente somos, podremos responder de manera consciente ante la realidad que se nos presenta y salir del juego de tomar partido y alimentar continuamente nuestros egos. Habremos actuado desde “el observador”.
Imagina dar forma a esta nueva dimensión de tu vida como si se tratara de un tejido y piensa en ti como su tejedor. Los hilos lo constituyen las nuevas relaciones que vas estableciendo con el mundo desde la consciencia, en las que cada puntada creará un nuevo hilo. La trama y la urdimbre de estas nuevas relaciones entre tú y los demás dará vida al tejido de un nuevo mundo.
Si te cuesta verlo, piensa en cómo transcurre tu vida actualmente. ¿De dónde crees que surgen los pensamientos en tu mente y de dónde derivan las emociones qué precipitan tus acciones? Provienen principalmente de los hilos que tejiste en un pasado.
Una nueva Tierra o “el Reino de los Cielos”, como lo denominan algunos, no es algo que “descenderá sobre nosotros”, sino que “surgirá entre nosotros” como resultado de nuestras acciones conscientes, realizadas desde ese estado de alerta. Y la medida del éxito de cada día estribará en cuántos hilos nuevos hayamos conseguido tejer estando despiertos.
Pero no solo habremos de tejer el mundo a nuestro alrededor, sobre todo habremos de fabricarnos un capullo para nosotros mismos a través de la comprensión, el reconocimiento y el trato amoroso que nos prodiguemos. Y una vez que hayamos conseguido tejer suficientes hilos de amor hacia nosotros mismos y nos hayamos envuelto totalmente, se producirá una pausa en nuestras vidas, nos refugiaremos en nuestro interior y entraremos en el “reposo de la crisálida”, de donde emergeremos como criaturas “aladas” desplegando todo nuestro potencial y moviéndonos libremente en esa nueva dimensión en la que tendrá lugar nuestra existencia.
Habremos contribuido así a tejer una nueva realidad y forjado un destino diferente para la humanidad entera.
© 2024 Vladimir Gómez Carpio
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