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Potenciando el orden y la organización

“Multiplicando el tiempo ejecutivo”.

A pesar de que mucha gente utiliza ambos términos de manera indistinta: “fulano es un hombre ordenado, muy organizado”, hay una diferencia importante entre el orden y la organización.

El diccionario de la Real Academia Española define el orden como esa “colocación de las cosas en el lugar que les corresponde” y todos estamos más o menos de acuerdo con la acepción popular de que orden es tener un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar.

En cuanto al otro término, “organización”, el mismo diccionario presenta varias definiciones, entre las que destaca: “Disposición de los órganos de la vida, o manera de estar organizado el cuerpo animal o vegetal”. No obstante, quisiera plantear al lector una acepción diferente de esta palabra que es quizás, una de las que más he investigado durante mi vida. Considere la siguiente definición: organización es el modelo -o patrón de formas- en continua evolución, que regula las relaciones entre los elementos de una entidad, para la consecución de unos fines y la interacción con un entorno”.

Esto quiere decir que organizar es disponer los elementos dentro de un objeto, o un conjunto de objetos y/o seres vivos, de forma tal que puedan lograr unos fines determinados, alcanzar unos objetivos específicos, de forma continua; adaptándose a los cambios presentes en el entorno en que opera.

Sabemos que el entorno en ocasiones puede apoyar la consecución de los fines que persigue un conjunto organizado, mientras que en otras, oponerse. De allí que la disposición o modelo de arreglo que representa la organización, deba reordenarse en función de dichos cambios.

En tal sentido, una persona organizada ha de ser también ordenada, mientras que la afirmación contraria, de que una persona ordenada siempre es organizada, no es necesariamente cierta, ya que el orden tiende a ser rígido y no necesariamente adecuarse a los cambios del entorno.

Muchos de nosotros hemos conocido ejemplos de personas tan ordenadas que han transformado su conducta en una especie de obsesión, que han hecho del orden un fin en sí mismo, lo cual les impide tener la debida flexibilidad para adaptarse a las nuevas realidades.

Existen grupos étnicos a los que asociamos naturalmente al orden, como es el caso de los japoneses. El famoso método Kaizen (cambio a mejor, en japonés) es una manera de instituir el orden en los espacios de trabajo y en nuestras vidas. Conocido también como el método de las 5S (del japonés, SEIRI: Clasificar, SEITON: Ordenar, SEISOU: Limpiar, SIKETSU: Mantener y SHITSUKE: Tener disciplina), el Kaizen se sustenta en la filosofía de que siempre es posible hacer mejor las cosas, por lo que ningún día debería pasar sin una cierta mejora.

Recientemente ha tenido resonancia internacional la japonesa Marie Kondo, por su talento como “ordenadora”. La Kondo ha logrado llevar orden a casas en más de 30 países del planeta. Su libro “La magia del orden” ha vendido ya más de 3,6 millones de ejemplares.

Uno de los conceptos clave que maneja esta maestra del ‘katazuke -término japonés para limpiar y ordenar- es que al acondicionar el hogar o la oficina, uno pone en orden sus asuntos y su pasado. Ella insiste en que “casi nadie es consciente de cuántas cosas posee y que tenemos que conservar solo aquello que consiga emocionarnos”.

Ser ordenado definitivamente aporta libertad y de esta forma eleva nuestra productividad. Recuerdo una frase leída durante mi adolescencia que me ha inspirado siempre:

“En la juventud busqué la libertad, de adulto busqué el orden y en la vejez comprendí que a través el orden lograba la libertad”.

En cuanto a la organización, ésta representa un orden dinámico, que nos lleva  a estar atentos a los cambios en nuestro entorno, para adecuar la disposición que hemos hecho de los objetos y personas (puestos o cargos) a fin de lograr los fines que nos hemos trazado.

A manera de resumen, el orden puede impactar positivamente nuestra productividad personal, pero la organización además nos dotará de la flexibilidad necesaria para adecuar ese orden a las nuevas realidades que se configuren en nuestro entorno, manteniendo el foco en nuestras metas. Lo primero demanda fundamentalmente disciplina, lo segundo apertura y creatividad.

© 2024 Vladimir Gómez Carpio
Consultor en Desarrollo Organizativo
www.soyvladimirgomezc.com
vladigom@hotmail.com

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