Hacerse notar o ser reconocido
Atrayendo la atención de los demás
Sobresalir, hacerse notar, pareciera una de las consignas de nuestra sociedad moderna.
Políticos, artistas, deportistas de elite y en general los personajes del llamado jet set, se esfuerzan por alcanzar notoriedad, así sea haciendo el ridículo.
Algunos de ellos proclaman en forma sínica: “que hablen de mí, aunque sea mal, pero que hablen”. A sabiendas de que la muerte de un personaje público sucede cuando las masas dejan de responder a sus acciones y muestran indiferencia.
La profusión de las redes sociales en nuestro mundo nos habla precisamente de esa necesidad de notoriedad que tienen muchas personas; el deseo de conseguir que su vida sea seguida, admirada y comentada.
YouTube, X, TikTok, Instagram, LinkedIn, Facebook, por mencionar solo algunos medios, han hecho posible que buena parte de sus cientos de millones de afiliados se hayan convertido en personajes públicos, en “celebridades”; al menos para su entorno de followers. Suerte de actores y actrices que se exhiben dentro de una comunidad virtual que se interesa por sus movimientos y ocurrencias, logrando que sus actos cotidianos, ideas y aficiones, se constituyan en un centro de atención.
A nivel de empresas, la visibilidad de estas y de sus productos ya no es solo un asunto de diversión, sino de supervivencia. “Lo que no se exhibe no se vende” – reza el viejo refrán. La claridad en la definición de un producto, así como su posicionamiento en la mente del consumidor y del canal de comercialización, ha hecho emerger disciplinas omnipresentes en nuestra vida actual, tales como el marketing, la publicidad y, en general, la comunicación corporativa.
Volviendo a las personas, es obvio que la búsqueda de protagonismo es una característica del ego y que esta no siempre se presenta de manera balanceada o armónica. Se atribuye a Winston Churchill la frase: “la desgracia de nuestro tiempo es que los hombres no buscan ser útiles sino ser importantes”.
Pero no hemos de confundir la compulsión de hacerse notar con la necesidad de reconocimiento.
Denominamos reconocimiento a “la acción de distinguir a una persona o cosa de las demás, por los rasgos o características que le son propias”. El reconocimiento es fundamental para la salud mental de todo ser humano, para su integridad psicológica. Mediante él le comunicamos al otro: “sé que existes, me doy cuenta de ti y logró distinguirte entre los demás”, lo cual resulta fundamental para el proceso de individuación y de estructuración de la personalidad.
La falta o el exceso de atención y de reconocimiento, sobre todo en las primeras etapas de la vida, se paga caro más adelante, ya sea a través de la sensación de minusvalía ante los demás que experimenta la persona, en caso de que haya sido ignorada, o de sobre valoración de sí misma, si ha recibido exagerada atención o ha sido objeto de reconocimientos inmerecidos.
“El niño que no sea abrazado por su tribu, cuando sea adulto quemará la aldea para poder sentir su calor”, reza el proverbio africano.
Prodiguemos un justo reconocimiento a las personas con las que nos relacionamos, ya sean estos familiares, amigos, vecinos o compañeros de trabajo, y sepamos interpretar sus mensajes para determinar qué se esconde tras sus intentos de llamar la atención.
© 2025 Vladimir Gómez Carpio
www.vladimirgomezc.com
Hacerse notar o ser reconocido
Atrayendo la atención de los demás
Sobresalir, hacerse notar, pareciera una de las consignas de nuestra sociedad moderna.
Políticos, artistas, deportistas de elite y en general los personajes del llamado jet set, se esfuerzan por alcanzar notoriedad, así sea haciendo el ridículo.
Algunos de ellos proclaman en forma sínica: “que hablen de mí, aunque sea mal, pero que hablen”. A sabiendas de que la muerte de un personaje público sucede cuando las masas dejan de responder a sus acciones y muestran indiferencia.
La profusión de las redes sociales en nuestro mundo nos habla precisamente de esa necesidad de notoriedad que tienen muchas personas; el deseo de conseguir que su vida sea seguida, admirada y comentada.
YouTube, X, TikTok, Instagram, LinkedIn, Facebook, por mencionar solo algunos medios, han hecho posible que buena parte de sus cientos de millones de afiliados se hayan convertido en personajes públicos, en “celebridades”; al menos para su entorno de followers. Suerte de actores y actrices que se exhiben dentro de una comunidad virtual que se interesa por sus movimientos y ocurrencias, logrando que sus actos cotidianos, ideas y aficiones, se constituyan en un centro de atención.
A nivel de empresas, la visibilidad de estas y de sus productos ya no es solo un asunto de diversión, sino de supervivencia. “Lo que no se exhibe no se vende” – reza el viejo refrán. La claridad en la definición de un producto, así como su posicionamiento en la mente del consumidor y del canal de comercialización, ha hecho emerger disciplinas omnipresentes en nuestra vida actual, tales como el marketing, la publicidad y, en general, la comunicación corporativa.
Volviendo a las personas, es obvio que la búsqueda de protagonismo es una característica del ego y que esta no siempre se presenta de manera balanceada o armónica. Se atribuye a Winston Churchill la frase: “la desgracia de nuestro tiempo es que los hombres no buscan ser útiles sino ser importantes”.
Pero no hemos de confundir la compulsión de hacerse notar con la necesidad de reconocimiento.
Denominamos reconocimiento a “la acción de distinguir a una persona o cosa de las demás, por los rasgos o características que le son propias”. El reconocimiento es fundamental para la salud mental de todo ser humano, para su integridad psicológica. Mediante él le comunicamos al otro: “sé que existes, me doy cuenta de ti y logró distinguirte entre los demás”, lo cual resulta fundamental para el proceso de individuación y de estructuración de la personalidad.
La falta o el exceso de atención y de reconocimiento, sobre todo en las primeras etapas de la vida, se paga caro más adelante, ya sea a través de la sensación de minusvalía ante los demás que experimenta la persona, en caso de que haya sido ignorada, o de sobre valoración de sí misma, si ha recibido exagerada atención o ha sido objeto de reconocimientos inmerecidos.
“El niño que no sea abrazado por su tribu, cuando sea adulto quemará la aldea para poder sentir su calor”, reza el proverbio africano.
Prodiguemos un justo reconocimiento a las personas con las que nos relacionamos, ya sean estos familiares, amigos, vecinos o compañeros de trabajo, y sepamos interpretar sus mensajes para determinar qué se esconde tras sus intentos de llamar la atención.
© 2025 Vladimir Gómez Carpio
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