Tribu inicia programa de responsabilidad social
¿Cuándo se nos olvidó ser solidarios?
Está usted leyendo la prensa y se detiene al ver la noticia que sirve de título a este artículo, la cual describe cómo una tribu que habita en un apartado lugar de la selva, ha dado inicio a un programa de responsabilidad social, tendiente a mejorar la condición socio-económica de algunos de los miembros de su comunidad.
Lo menos que le sacaría dicha noticia sería una sonrisa, pues la sola idea de un programa de tales características en una comunidad como esa, resultaría un exabrupto.
¿Qué sentido tendría una iniciativa como la anunciada, por parte de un grupo de indígenas que conviven en su hábitat natural, cuando ocuparse del bien común -o lo que es lo mismo, ser solidario- es parte de su comportamiento habitual? Cuando velar por el bienestar de todos los miembros de su etnia está dentro de la dinámica social de toda tribu que se halle aún dentro de su entorno natural.
Y es que nos vamos alejando del comportamiento solidario en la medida en la que:
- las poblaciones migran del campo a las grandes ciudades
- aumenta la especialización en el trabajo
- se van distanciando los productores de los consumidores
- el tráfico automotor se incrementa
- el ritmo de la vida se acelera
Y como esos, muchos otros factores inciden en que hayamos dejado de pensar en el prójimo, en el vecino y en sus necesidades. Absortos en nuestras necesidades y ambiciones personales; ya sea que estemos hablando de individuos o de organizaciones. Si no, no se daría la paradoja de que existiesen empresas prósperas en países pobres u oprimidos.
Pero la consciencia colectiva ha dado lugar a las iniciativas de responsabilidad social corporativa y la comunidad internacional ha demandado a las empresas algo que no parecía estar en los planes de muchas de ellas: un rol más activo en el desarrollo social; o sea, que se transformen en entes solidarios.
Las grandes organizaciones están volviendo en cierta forma a los valores de los grupos humanos originarios. A rescatar algo que se había perdido: la solidaridad con los miembros de los grupos en los que conviven. Y como esta convivencia ahora es global, la nueva solidaridad no conoce fronteras.
Quizás algún día los programas de responsabilidad social dejen de ser necesarios porque las nuevas tribus, las organizaciones, tendrán presente la solidaridad como parte de su gestión diaria.
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© 2024 Vladimir Gómez Carpio
Consultor en Desarrollo Organizativo
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