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Reir o llorar

La trivialización del sufrimiento ajeno

Percibir y relacionarnos con el mundo y con los demás a través de las redes sociales pudiera estar acrecentando nuestra falta de sensibilidad ante el dolor y el sufrimiento ajenos.

Ver las situaciones de la vida desde la ventana que constituyen los medios digitales, cuando son empleados para satirizar o deformar realidades dolorosas, nos aleja de nuestra esencia, de lo fundamentalmente humano, y de los demás. “A fin de cuentas esto que veo no me compete, no toca mi piel” -pudiésemos estar pensando inconscientemente.

Ante la serie de memes –imágenes, videos o textos, por lo general distorsionado con fines caricaturescos, que se difunden principalmente a través de internet– que circulan diariamente banalizando las acciones de guerra, situaciones de discriminación social, actos de corrupción administrativa o de malversación de recursos, o cualquier otra forma de violencia, tendríamos que preguntarnos: ¿Es esto algo para reirme o lloraría si me estuviese afectando directamente?

El humorista y politólogo venezolano Laureano Márquez P. señala en un artículo: «El humor —satírico— es una forma de crítica, sin la pretensión de sugerir salidas a las situaciones que reseña» —  e indica igualmente que «naturalmente los individuos que tienen en el humor su única forma de expresión, reducen su participación formal» en la solución de los problemas. Es decir: optan por reirse para desentenderse de las situaciones y no implicarse en ellas.

Muchos medios de comunicación antes de dar acceso a sus expectadores a cierto material de conenido “delicado” suelen presentar una advertencia que reza: “El siguiente material puede ofender la sensibilidad de algunas personas”. Y pienso que tendríamos que preguntarnos si lo que vemos por Internet cada día toca nuestra sensibilidad o si, por lo contrario, nos hemos habituado a tolerar situaciones que de haberlas vivido en primera persona las habríamos rechazado de plano.

Por otra parte, cantidad de videojuegos enseñan desde temprana edad a divertirnos “matando enemigos” y la industria del cine ha hecho de la violencia su leitmotive. Hay estudios que señalan que un joven que pasa un promedio de cuatro horas diarias viendo films y videos, a la edad de 17 años habrá presenciado de forma virtual unos catorce mil asesinatos. ¿No estaremos de esta forma inmunizándonos ante el dolor y el sufrimiento ajeno?

Permanezcamos alertas ante lo que nos muestran los medios y mantengamos nuestro espíritu crítico despierto para saber de qué reir y de qué llorar, y preservemos nuestra sensibilidad pues es ella la que hace posible que disfrutemos del encuentro humano, de la naturaleza, de la música, del arte y de los placeres de la vida en general.

Gracias a la sensibilidad son posibles los fenómenos de la empatía y de la compasión, cualidades imprescindibles para la edificación de una civilización realmente solidaria, humana y, puede que también galáctica.

© 2024 Vladimir Gómez Carpio
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