¿Qué haces trabajando fuera de tu plan de vida?
Experimentar la variedad y el contraste que vemos en el mundo provoca en nosotros deseos. Esos deseos nos llevan a proponernos objetivos, bien sea de manera consciente o de forma inconsciente.
Para guiarnos en el camino hacia nuestros objetivos nos establecemos metas, las cuales actúan a manera de postes o hitos durante el recorrido.
De habernos fijando un objetivo alcanzable, elegido el método correcto y realizado el esfuerzo necesario, lo lógico, lo esperado, es que alcancemos nuestros objetivos. Pero ¿por qué en muchas ocasiones no lo logramos?
Cuando no conseguimos alcanzar nuestros objetivos, suele ser por una de estas tres causas:
- No nos hemos esforzado lo suficiente.
- Hemos elegido un curso de acción incorrecto.
- Dichos objetivos no están inscritos en nuestro «plan de vida».
Determinar por qué no logramos alcanzar nuestros objetivos personales es quizás una de las claves más importantes del juego de la vida. La llamada oración de la serenidad, atribuida a Reinhold Niebuhr, el teólogo y politólogo estadounidense, plantea de forma sucinta este conflicto:
«Señor, concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no puedo cambiar, fortaleza (coraje) para cambiar lo que soy capaz de cambiar y sabiduría (luz) para entender la diferencia».
Serenidad, coraje y sabiduría parecieran ser parte de los componentes esenciales de la fórmula para lograr la maestría en la vida.
Apelando a esa sabiduría deberíamos entonces poder discernir cuándo nos encontramos ante cada una de las tres situaciones descrita anteriormente.
Para saber si estamos ante el caso 1, existe un método sencillo y directo: emplearnos a fondo, recorrer “la milla extra” y ver si como resultado de nuestro empeño nos acercamos a la meta. Si no lo logramos, puede que se trate de alguna de las otras dos opciones.
Para determinar si nos encontramos ante el caso 2, podemos buscar referencias de personas que en condiciones similares a la nuestra hayan logrado el éxito, siguiendo el mismo método. De ver que este no funciona, es tiempo de cambiar de método, o bien de ver si no estamos ante la tercera opción.
En cuanto al caso 3, para saber si el objetivo propuesto se enmarca en nuestro plan de vida, podemos recurrir al «método de las tres listas», el cual nos ayuda a revelar nuestra misión.
Este consiste en escribir en tres hojas de papel listas de:
- Lo que mejor sabemos hacer.
- Lo que más disfrutamos haciendo.
- Lo que más dinero produce (si nos dedicáramos a ello).
A continuación, se trata de escoger una actividad del mayor nivel (importancia relativa) de la primera lista, que sea compatible con otras de alto nivel de las siguientes dos listas.
Esta selección nos da pistas sobre nuestra misión, pues si existe tal cosa como un “plan de vida”, tendría que ser aquel en el que nos dedicáramos a una actividad que hacemos bien, que disfrutamos haciendo y que resuelve todas nuestras necesidades económicas.
Si no estás siguiendo tu plan de vida en estos momentos ¿qué tal si te fijas como objetivo concebir tu trabajo ideal y salir a buscarlo? ¿O a crearlo?
La vida es muy breve para emplearla en algo que no nos satisface o para esperar jubilarnos para disfrutar. Lo más probable es que esa persona que se jubile sea muy distinta a la que conoces hoy y que su capacidad de disfrute merme con el tiempo.
¡La vida es ahora! ¡Decídete a crear tu destino!
Consultor en Desarrollo Organizativo
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