Skip links

Por aquí se va más rápido

¿Es todo un asunto de velocidad?

Puedo imaginar la cara de asombro del nativo tuareg al llegar por primera vez a un aeropuerto europeo, cuando vio a todo el mundo andando de prisa. Se asustó y comenzó también a hacer lo mismo, solo que buscando un lugar donde guarecerse.

La razón era muy simple, en el desierto, donde viven estas tribus seminómadas, cuando alguien comienza a correr es porque ha divisado una de esas tormentas de arena que azotan constantemente el desierto del Sahara, hogar de estos bereberes.

¿Por qué vivimos corriendo?

¿Por qué nos la pasamos buscando el camino más corto, el software más productivo, el restaurante que sirve la comida más rápida, la estrategia cuya implantación sea más breve, la comunicación menos extensa?

Estando de visita en Cali, Colombia, un hombre sabio, Hernán, reflexionando sobre este tema sugirió una repuesta:

“¿No ha pensado usted que toda prisa por vivir puede que no sea sino prisa por morir?”

Argumentando en defensa de su tesis, que todos los seres humanos nacemos con la certeza de que vamos a morir algún día y que correr lo que hace no es sino acercarnos antes -psicológicamente- a ese día.

Está claro que venimos a este mundo con una fecha de caducidad, sabiendo íntimamente que está vida es un suspiro y que en algún lugar recóndito de nuestra alma puede que haya un cartel que diga: “consúmase antes del día…”.

Vivimos con la secreta certeza de que vamos a desaparecer, a extinguirnos, independientemente de las creencias que alberguemos sobre otra supuesta vida en el más allá, pero ¿por qué tanto apuro en lograrlo?

¿No será que el camino hacia una vida realizada y plena consiste exactamente en lo contrario, en vivir el presente, relajados, conscientes, alertas a cada instante, a cada momento?

¿Será por ello que la Naturaleza ha previsto que al llegar a ese estado al que la mayoría de nosotros va a llegar algún día, la vejez, la gente tenga que andar necesariamente más despacio, en ralentí?

¿Será que podemos disfrutar de la sabiduría de los viejos, cultivando por ejemplo la paciencia, cuando aún tenemos suficiente juventud y vitalidad?

Hace unos días mientras conducía por una de esas vías de Madrid para dirigirme a mi casa, mi acompañante exclamó: “¿por qué vas por aquí, si por esa otra vía se llega más rápido?”. Cuando busqué en mi interior la respuesta a su pregunta encontré que lo hacía porque no tenía prisa, porque me gustaba más ese recorrido, porque apreciaba su arborización, por la calidad del aire que se respiraba, porque había menos conductores corriendo por llegar antes.

Tal vez podamos dejar las prisas a un lado y como los hombres azules, correr solo cuando haya tormentas de arena, y el resto del tiempo emplearlo en disfrutar un poco más de la vida, del encuentro humano, de la Naturaleza.

Son motivo de reflexión las palabras de Moussa AG. Assarid, el tuareg de nuestra historia (“En el desierto no hay atascos”), cuando nos dice:

“Tenéis de todo, pero no os basta. Os quejáis. Aquí tenéis reloj, allí tenemos tiempo. En el desierto no hay atascos, ¿y sabe por qué? ¡Porque allí nadie quiere adelantar a nadie!”

© 2024 Vladimir Gómez Carpio
Consultor en Desarrollo Organizativo
www.soyvladimirgomezc.com
vladigom@hotmail.com

Abrir chat
Hola 👋
¿En qué puedo ayudarte?