De qué está hecha nuestra sabiduría: «Sapientipos» (Parte I)
Clasificación y el sapientipo empírico
El cuerpo de conocimientos de toda persona se constituye a partir de la serie de informaciones que va incorporando a lo largo de su vida, desde el momento en que comienza a tener uso de razón e incluso antes.
Es evidente que el conocimiento que cada uno acumula tendrá una gran repercusión en las decisiones que tomará, especialmente el relativo a los aprendizajes significativos.
El aprendizaje significativo tiene lugar cuando lo nuevo que la persona aprende le resulta importante, se encuentra bien organizado y puede relacionarlo con algo que previamente conoce. Es decir, que este conocimiento se integra dentro de su «base sapiencial» y va a poder ser utilizado para afrontar nuevas situaciones.
Cabe pensar que dichos conocimientos se producen a través de ciertas configuraciones que podría adoptar nuestro cerebro para captar y procesar informaciones, las cuales vendrían determinadas por la naturaleza de dichas informaciones.
En tal sentido, podríamos especular sobre la existencia de diferentes «sapientipos» —del latín sapien: sabio; del griego τυπος, tipos: modelo— entendiendo por sapientipo:
«La configuración singular que suponemos que adopta el cerebro al generar aprendizajes significativos, que depende de la naturaleza de las informaciones que recibe».
De acuerdo a este modelo podemos describir seis sapientipos diferentes:
- El empírico
- El editor
- El racional
- El creyente
- El introspectivo
- El inspirado
Veamos las características de cada uno de ellos:
Al modo singular de incorporar informaciones que se configura ante la experiencia directa, ante las vivencias, lo denominamos «EMPÍRICO».
El sapientipo empírico se constituye para captar informaciones de forma directa, experiencial, a partir de acontecimientos que se presentan en la vida del sujeto. Hechos que cada uno vive en primera persona y de los que conseguirá sacar provecho en la medida que los reflexione y los valore.
Este sapientipo resulta determinante en la confianza que la persona genera en sí misma y en su «instinto», lo cual le resultará particularmente útil a la hora de tomar decisiones rápidas, urgentes.
Si existiera una persona que solo funcionara a través de este sapientipo, habitualmente sustentaría sus juicios y opiniones en conocimientos basados en hechos concretos, tangibles, vividos, y en la interpretación y evaluación que ha realizado de ellos. Sería, en cierta forma, intolerante hacia la opinión de los demás.
La persona con un gran componente de sapientipo empírico en su base de conocimientos, transmite credibilidad en su ámbito de acción, pues posee conocimientos eminentemente prácticos que le llevan a solventar las situaciones dentro de un gran pragmatismo.
Dichos conocimientos sirven de sustento a sus decisiones, en las cuales, no obstante, podría tender a imponer su propia visión de las cosas a expensas de la óptica de los demás, debido a la poca importancia que concede a aquello que no ha experimentado de forma directa.
Continúa…
Nota: El texto de este artículo es parte del libro «Cumplir lo prometido, un poder para transformar la realidad», del autor.
© 2024 Vladimir Gómez Carpio
www.vladimirgomezc.com
De qué está hecha nuestra sabiduría: «Sapientipos» (Parte I)
Clasificación y el sapientipo empírico
El cuerpo de conocimientos de toda persona se constituye a partir de la serie de informaciones que va incorporando a lo largo de su vida, desde el momento en que comienza a tener uso de razón e incluso antes.
Es evidente que el conocimiento que cada uno acumula tendrá una gran repercusión en las decisiones que tomará, especialmente el relativo a los aprendizajes significativos.
El aprendizaje significativo tiene lugar cuando lo nuevo que la persona aprende le resulta importante, se encuentra bien organizado y puede relacionarlo con algo que previamente conoce. Es decir, que este conocimiento se integra dentro de su «base sapiencial» y va a poder ser utilizado para afrontar nuevas situaciones.
Cabe pensar que dichos conocimientos se producen a través de ciertas configuraciones que podría adoptar nuestro cerebro para captar y procesar informaciones, las cuales vendrían determinadas por la naturaleza de dichas informaciones.
En tal sentido, podríamos especular sobre la existencia de diferentes «sapientipos» —del latín sapien: sabio; del griego τυπος, tipos: modelo— entendiendo por sapientipo:
«La configuración singular que suponemos que adopta el cerebro al generar aprendizajes significativos, que depende de la naturaleza de las informaciones que recibe».
De acuerdo a este modelo podemos describir seis sapientipos diferentes:
- El empírico
- El editor
- El racional
- El creyente
- El introspectivo
- El inspirado
Veamos las características de cada uno de ellos:
Al modo singular de incorporar informaciones que se configura ante la experiencia directa, ante las vivencias, lo denominamos «EMPÍRICO».
El sapientipo empírico se constituye para captar informaciones de forma directa, experiencial, a partir de acontecimientos que se presentan en la vida del sujeto. Hechos que cada uno vive en primera persona y de los que conseguirá sacar provecho en la medida que los reflexione y los valore.
Este sapientipo resulta determinante en la confianza que la persona genera en sí misma y en su «instinto», lo cual le resultará particularmente útil a la hora de tomar decisiones rápidas, urgentes.
Si existiera una persona que solo funcionara a través de este sapientipo, habitualmente sustentaría sus juicios y opiniones en conocimientos basados en hechos concretos, tangibles, vividos, y en la interpretación y evaluación que ha realizado de ellos. Sería, en cierta forma, intolerante hacia la opinión de los demás.
La persona con un gran componente de sapientipo empírico en su base de conocimientos, transmite credibilidad en su ámbito de acción, pues posee conocimientos eminentemente prácticos que le llevan a solventar las situaciones dentro de un gran pragmatismo.
Dichos conocimientos sirven de sustento a sus decisiones, en las cuales, no obstante, podría tender a imponer su propia visión de las cosas a expensas de la óptica de los demás, debido a la poca importancia que concede a aquello que no ha experimentado de forma directa.
Continúa…
Nota: El texto de este artículo es parte del libro «Cumplir lo prometido, un poder para transformar la realidad», del autor.
© 2024 Vladimir Gómez Carpio
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