Ahora que estamos recluidos
Como consecuencia de unas medidas cuya intención y lógica no acabamos de comprender, nos encontramos restringidos en nuestra capacidad para desplazarnos libremente y obligados a limitar el contacto con nuestros amigos y relacionados.
Esto que está afectando a gran parte de la población mundial, de buenas a primeras nos ha llevado a afrontar un par de situaciones de las que pareciera que no tuviéramos escapatoria: una mayor interacción con las personas con las que convivimos dentro de nuestro hogar, y tener que lidiar con la vorágine de ideas y pensamientos que se agolpan en nuestras cabezas; muchos de ellos producto del miedo.
- ¿Qué está ocurriendo realmente?
- ¿A dónde nos quieren llevar?
- ¿Qué voy a hacer si no puedo trabajar o estudiar?
- ¿Cuándo va a acabar esto?
Son algunas de las preguntas que nos formulamos sin cesar.
Para afrontarlas, la gente está recurriendo a psicólogos y a otros especialistas en ayuda mental y emocional, lo cual es conveniente a fin de buscar una salida.
Pero es obvio que no podemos llevar al terapeuta a nuestra casa para que gestione nuestros conflictos de personalidad y mucho menos conseguir que acceda a nuestra mente para poner orden en nuestros pensamientos sin control.
Ambas tareas son de nuestra exclusiva competencia y es mejor que vayamos haciéndonos cargo de ellas. Si algo bueno está generando esta crisis es la oportunidad de hacerlo, de crecer y desarrollarnos personal y espiritualmente.
Respecto a los conflictos con los demás -agravados por el hacinamiento- ellos nos permiten proyectar en los otros aspectos de nuestra personalidad que no acabamos de identificar, ni reconocer. La respuesta habitual de atacar y pelear o de defendernos, está agotada y sabemos que no conduce a ninguna parte.
- ¿Por qué no intentamos entonces la opción de la aceptación y la conformidad con lo que sucede?
- ¿Por qué no vemos esa forma de ser nuestra, que el otro refleja cual espejo y le agradecemos interiormente el hacérnosla ver?
- ¿Por qué no buscamos observar y sanar el dolor y el sufrimiento que nos han llevado a adoptar los mecanismos de defensa instalados en nuestra psiquis?
Con relación a nuestros pensamientos desbocados, su origen es el mismo: la falta de aceptación de “lo que es”; aparte de la desconexión con el Ser que realmente somos.
Dos llaves maestras se encuentran disponibles para solucionar ambos problemas: la auto observación, para convertirnos en testigos de nuestras reacciones emocionales, y la meditación, a fin de desacelerar nuestras mentes y disfrutar de estados de paz.
Si esta crisis nos permite incorporar la auto observación y la meditación a nuestras vidas, estaríamos sacando un gran provecho de ella, ya que iríamos en vías de transformarnos en personas más centradas y capaces.
La decisión es nuestra y requiere de determinación y constancia, pero los beneficios a alcanzar bien valen el esfuerzo y constituyen una puerta abierta a nuestra realización personal.
¡Intentémoslo!
© 2024 Vladimir Gómez Carpio
Consultor en Desarrollo Organizativo
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