De qué está hecha nuestra sabiduría: «Sapientipos» (Parte III)
El sapientipo creyente y el inspirado
Frente al sapientipo racional tenemos al «CREYENTE».
Este sapientipo se caracteriza por una forma de aprender y de pensar basada en la fe, sin fundamento racional o justificación empírica que compruebe lo aprendido, lo cual da lugar a conocimientos y opiniones que no se basan en hechos.
El creyente se nutre de informaciones «reveladas», contenidas en libros considerados sagrados o de origen «divino» por las diferentes religiones.
Bajo este sapientipo se encuentra también el mito y el conocimiento mágico en sus diferentes formas de expresión, tales como: el ocultismo, el esoterismo, la magia, la superstición y las llamadas «mancias», como la astrología, la cartomancia, la quiromancia, la numerología, el feng—shui y artes similares.
Igualmente se sitúan dentro de este sapientipo las informaciones provenientes de las paraciencias, esas ramas del saber que, aunque incluyen dentro de su cuerpo de conocimientos elementos lógico—racionales, no siempre se ciñen al método científico para llegar a sus conclusiones. Tal puede ser el caso de la parapsicología, la homeopatía y la aromaterapia, entre otras.
A la hora de formarse opiniones y tomar decisiones, el sapientipo «creyente» guiará el pensamiento por las directrices que establece una autoridad en forma de dogmas o doctrinas —sistema cerrado—, en lugar de hacer uso del pensamiento crítico —sistema abierto.
En muchos casos en que este sapientipo es el dominante, la fidelidad al credo y la experiencia de la fe privarán sobre la razón y la objetividad.
El siguiente sapientipo, el «INSPIRADO», se nutre de informaciones que la persona obtiene de una forma que podríamos calificar de lúcida y repentina.
En el modo «inspirado» las informaciones llegan por intuición, a través de un «sexto sentido» y es un fenómeno que se da tanto en las artes como en la ciencia y en la espiritualidad, aunque también se manifiesta en el ámbito de las relaciones interpersonales.
La iluminación, el contacto con las musas, la comprensión súbita o el «momento Eureka», así como las llamadas «canalizaciones espirituales» y algunas percepciones paranormales, se encuadrarían dentro de este sapientipo.
La intuición es esa habilidad para conocer, comprender o percibir algo de manera clara e inmediata, sin la intervención de la razón.
Aunque para algunas personas este concepto sea considerado un «apaño creativo», fruto de la imaginación y más bien explican la intuición como el resultado de una vertiginosa sucesión de procesos lógicos realizados de manera inconsciente, alimentados desde la base de conocimientos de la persona.
Pero hay quienes, por lo contrario, la consideran la más elevada clase de conocimiento, un privilegio de genios, santos, rishis y otras mentes iluminadas.
Es importante no confundir este sapientipo, con el del creyente, el cual está sujeto en gran medida a la influencia de una autoridad.
Por otra parte, la confianza que el inspirado tenga en sus insights derivará de ver plasmados sus conocimientos en hechos, mediante escritos, descubrimientos, obras de arte y otras formas de expresión. Y también, una vez conseguido el reconocimiento público a sus aportes.
Continúa…
Nota: El texto de este artículo es parte del libro «Cumplir lo prometido, un poder para transformar la realidad», del autor.
© 2024 Vladimir Gómez Carpio
www.vladimirgomezc.com
De qué está hecha nuestra sabiduría: «Sapientipos» (Parte III)
El sapientipo creyente y el inspirado
Frente al sapientipo racional tenemos al «CREYENTE».
Este sapientipo se caracteriza por una forma de aprender y de pensar basada en la fe, sin fundamento racional o justificación empírica que compruebe lo aprendido, lo cual da lugar a conocimientos y opiniones que no se basan en hechos.
El creyente se nutre de informaciones «reveladas», contenidas en libros considerados sagrados o de origen «divino» por las diferentes religiones.
Bajo este sapientipo se encuentra también el mito y el conocimiento mágico en sus diferentes formas de expresión, tales como: el ocultismo, el esoterismo, la magia, la superstición y las llamadas «mancias», como la astrología, la cartomancia, la quiromancia, la numerología, el feng—shui y artes similares.
Igualmente se sitúan dentro de este sapientipo las informaciones provenientes de las paraciencias, esas ramas del saber que, aunque incluyen dentro de su cuerpo de conocimientos elementos lógico—racionales, no siempre se ciñen al método científico para llegar a sus conclusiones. Tal puede ser el caso de la parapsicología, la homeopatía y la aromaterapia, entre otras.
A la hora de formarse opiniones y tomar decisiones, el sapientipo «creyente» guiará el pensamiento por las directrices que establece una autoridad en forma de dogmas o doctrinas —sistema cerrado—, en lugar de hacer uso del pensamiento crítico —sistema abierto.
En muchos casos en que este sapientipo es el dominante, la fidelidad al credo y la experiencia de la fe privarán sobre la razón y la objetividad.
El siguiente sapientipo, el «INSPIRADO», se nutre de informaciones que la persona obtiene de una forma que podríamos calificar de lúcida y repentina.
En el modo «inspirado» las informaciones llegan por intuición, a través de un «sexto sentido» y es un fenómeno que se da tanto en las artes como en la ciencia y en la espiritualidad, aunque también se manifiesta en el ámbito de las relaciones interpersonales.
La iluminación, el contacto con las musas, la comprensión súbita o el «momento Eureka», así como las llamadas «canalizaciones espirituales» y algunas percepciones paranormales, se encuadrarían dentro de este sapientipo.
La intuición es esa habilidad para conocer, comprender o percibir algo de manera clara e inmediata, sin la intervención de la razón.
Aunque para algunas personas este concepto sea considerado un «apaño creativo», fruto de la imaginación y más bien explican la intuición como el resultado de una vertiginosa sucesión de procesos lógicos realizados de manera inconsciente, alimentados desde la base de conocimientos de la persona.
Pero hay quienes, por lo contrario, la consideran la más elevada clase de conocimiento, un privilegio de genios, santos, rishis y otras mentes iluminadas.
Es importante no confundir este sapientipo, con el del creyente, el cual está sujeto en gran medida a la influencia de una autoridad.
Por otra parte, la confianza que el inspirado tenga en sus insights derivará de ver plasmados sus conocimientos en hechos, mediante escritos, descubrimientos, obras de arte y otras formas de expresión. Y también, una vez conseguido el reconocimiento público a sus aportes.
Continúa…
Nota: El texto de este artículo es parte del libro «Cumplir lo prometido, un poder para transformar la realidad», del autor.
© 2024 Vladimir Gómez Carpio
www.vladimirgomezc.com