La ciencia de las creencias
Recuperar nuestro poder personal
Decía Bertrand Russell, el filósofo y matemático británico: «Puedes pasar tu vida pensando que estás defendiendo tus ideas, luego descubres que estás defendiendo las ideas que plantaron en tu mente».
El diccionario define creencia como «firme conformidad o asentimiento con algo, o el pleno crédito que se le da a un hecho o noticia».
Como podemos observar, en ninguna parte de esta definición se dice que lo que se cree deba ser cierto. De forma que cuando hablamos de creencias, nos estamos refiriendo a suposiciones, preferencias y, frecuentemente, a hábitos y costumbres.
En el ámbito de las religiones, las creencias se revisten del solemne manto de la fe, mientras que en la ciencia llevan el sospechoso traje de las hipótesis —lo que se pone por debajo o se supone—. Y mientras la fe pareciera otorgarles a las creencias un carácter de veracidad, la hipótesis, por lo contrario, las expone a la duda, hasta tanto se obtengan las evidencias de sus postulados.
¿Qué beneficios nos aportaría una ciencia de las creencias?
Tal disciplina nos serviría para soltar esas muletas y erigirnos en nuestras certezas. Un método para comprobar la validez de nuestras creencias a nivel personal, podría constar de los siguientes pasos:
- Disponer de un indicador que nos haga saber cuándo estamos alineados con nuestra esencia ante las decisiones y elecciones de nuestra vida. Este podría ser: experimentamos pasión, alegría, entusiasmo por lo que hacemos.
- Estar atentos a cada vez que experimentamos contrariedad, estrés o frustración, por haber elegido cursos de acción no alineadas con nuestra esencia, con nuestra pasión.
- Investigar qué creencia nos ha llevado a optar por eso que ni nos complace ni nos entusiasma y expresarla en los términos más precisos posibles. Ejemplo: «es que hay que trabajar duro para ganarse la vida»; «no aspiro la abundancia porque los ricos están completos»; «una persona decente no hace esas cosas»; «debo honrar la tradición de mi familia»; «necesitamos alguien que nos dirija y nos diga lo que tenemos que hacer»; «para lograr la realización debo seguir los preceptos de mi religión»…
- Explorar porqué elegimos ese determinado patrón de comportamiento aunque no nos satisfaga, en lugar de hacer aquello que nos indica nuestro corazón; en lugar de seguir nuestra pasión.
- Comprobar si después de nuestro cuestionamiento la creencia continúa igual de firme, si se ha debilitado o si, incluso, ha dejado de sostenerse.
- Constatar cómo nos sentimos después de realizada la comprobación, si nuestra frecuencia vibratoria se ha elevado y si ha aumentado la confianza en nosotros mismos.
- Repetir estos pasos para investigar cada creencia que nos aleje de nuestra esencia.
Una ciencia de las creencias debería proveer de métodos para liberar la energía personal represada en la confianza puesta en una idea o en algo externo a nosotros mismos, para regresarla a su sitial original en nuestro corazón, ayudando así a recobrar nuestro poder.
Al tornarnos más sensibles, como niños, y alinearnos con nuestra esencia, dicho método impediría que fuésemos presas de ideologías que solo buscan mantenernos bajo su control. Seríamos libres para volver a creer en nosotros y atender los susurros de nuestra intuición; una de las formas de expresión del Ser.
© 2025 Vladimir Gómez Carpio
www.vladimirgomezc.com
La ciencia de las creencias
Recuperar nuestro poder personal
Decía Bertrand Russell, el filósofo y matemático británico: «Puedes pasar tu vida pensando que estás defendiendo tus ideas, luego descubres que estás defendiendo las ideas que plantaron en tu mente».
El diccionario define creencia como «firme conformidad o asentimiento con algo, o el pleno crédito que se le da a un hecho o noticia».
Como podemos observar, en ninguna parte de esta definición se dice que lo que se cree deba ser cierto. De forma que cuando hablamos de creencias, nos estamos refiriendo a suposiciones, preferencias y, frecuentemente, a hábitos y costumbres.
En el ámbito de las religiones, las creencias se revisten del solemne manto de la fe, mientras que en la ciencia llevan el sospechoso traje de las hipótesis —lo que se pone por debajo o se supone—. Y mientras la fe pareciera otorgarles a las creencias un carácter de veracidad, la hipótesis, por lo contrario, las expone a la duda, hasta tanto se obtengan las evidencias de sus postulados.
¿Qué beneficios nos aportaría una ciencia de las creencias?
Tal disciplina nos serviría para soltar esas muletas y erigirnos en nuestras certezas. Un método para comprobar la validez de nuestras creencias a nivel personal, podría constar de los siguientes pasos:
- Disponer de un indicador que nos haga saber cuándo estamos alineados con nuestra esencia ante las decisiones y elecciones de nuestra vida. Este podría ser: experimentamos pasión, alegría, entusiasmo por lo que hacemos.
- Estar atentos a cada vez que experimentamos contrariedad, estrés o frustración, por haber elegido cursos de acción no alineadas con nuestra esencia, con nuestra pasión.
- Investigar qué creencia nos ha llevado a optar por eso que ni nos complace ni nos entusiasma y expresarla en los términos más precisos posibles. Ejemplo: «es que hay que trabajar duro para ganarse la vida»; «no aspiro la abundancia porque los ricos están completos»; «una persona decente no hace esas cosas»; «debo honrar la tradición de mi familia»; «necesitamos alguien que nos dirija y nos diga lo que tenemos que hacer»; «para lograr la realización debo seguir los preceptos de mi religión»…
- Explorar porqué elegimos ese determinado patrón de comportamiento aunque no nos satisfaga, en lugar de hacer aquello que nos indica nuestro corazón; en lugar de seguir nuestra pasión.
- Comprobar si después de nuestro cuestionamiento la creencia continúa igual de firme, si se ha debilitado o si, incluso, ha dejado de sostenerse.
- Constatar cómo nos sentimos después de realizada la comprobación, si nuestra frecuencia vibratoria se ha elevado y si ha aumentado la confianza en nosotros mismos.
- Repetir estos pasos para investigar cada creencia que nos aleje de nuestra esencia.
Una ciencia de las creencias debería proveer de métodos para liberar la energía personal represada en la confianza puesta en una idea o en algo externo a nosotros mismos, para regresarla a su sitial original en nuestro corazón, ayudando así a recobrar nuestro poder.
Al tornarnos más sensibles, como niños, y alinearnos con nuestra esencia, dicho método impediría que fuésemos presas de ideologías que solo buscan mantenernos bajo su control. Seríamos libres para volver a creer en nosotros y atender los susurros de nuestra intuición; una de las formas de expresión del Ser.
© 2025 Vladimir Gómez Carpio
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