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¿Qué detiene tu andar?

“Dirigiendo el poder de nuestra mente”.

¿Quién o qué ha logrado frenar nuestro ritmo? ¿Cuándo cambiamos nuestros zapatos de correr por pantuflas? ¿Qué nos llevó a ocultar nuestro entusiasmo y espíritu emprendedor?

Muchas de nuestras ideas y proyectos yacen rezagadas en el baúl de los sueños, debido posiblemente a como nos dejamos esclavizar por la rutina diaria o a experiencias fallidas que nos desalentaron, haciéndonos más precavidos y, porque no decirlo, miedosos.

Pero la mayor parte de las limitaciones que nos hemos impuesto no procedan de situaciones reales vividas, sino de nuestra imaginación. Los temores tienen esa característica de que se crecen y multiplican a la sombra, cuando están ocultos en nuestro inconsciente. Es como si la falta de luz les ayudara a reproducirse y  hacerse mayores.

Decía el gran conferenciante norteamericano Dale Carnegie:

“El 90% de los problemas que imaginamos jamás llegarán a ocurrir, y de los que sí ocurren, el 90% de las veces no serán tan terribles como habíamos pensado.”

Es decir, que nos saboteamos a nosotros mismos permitiendo esa continua cháchara mental de carácter derrotista que solemos tener dentro de nuestra cabeza y que nos lleva a simular escenarios negativos y a despreciar oportunidades valiosas por mirarlas a través del cristal de la negatividad.

La higiene mental debería enseñarse en los hogares y en las escuelas, ya que la inercia del pensamiento negativo consigue erosionar nuestra autoestima, incidiendo en nuestros estados de ánimo, mermando nuestras fuerzas.

¿Cómo hacer un alto en el proceso mecánico de pensar de forma pesimista, que tan fácilmente se instala en nosotros consumiendo buena parte de nuestra energía vital?

Pues comenzando, primero, por tener consciencia, por darnos cuenta de la presencia de estos continuos mono-diálogos internos. Una forma de hacerlo es formulándonos cada cierto tiempo la pregunta: ¿En qué estoy pensando ahora? ¿Cómo me siento en este instante? ¿Con qué emoción me identifico en este momento?

Si la repuesta a estas preguntas es que estamos “examinando” un tema negativo y que nuestro estado de ánimo es de aflicción, debemos desechar ese tipo de pensamiento de inmediato, remplazándolo por algún proyecto o idea atractiva, capaz de despertar nuestra pasión y nuestro entusiasmo.

Una vez que conseguimos sintonizar nuestra mente con el nuevo tema propuesto, entonces debemos enfocarnos en la forma de realizarlo, de hacerlo realidad y al mismo tiempo estar vigilantes para que no se introduzca de nuevo en nuestra mente -por la puerta de atrás- algún tipo de pensamiento pesimista, negativo.

Algo que es preciso identificar son esas “voces sutiles que nos hablan dentro de nuestra cabeza”, ya sean las de nuestros padres, familiares, amigos, maestros o jefes, o de cualquier otra persona que, por ignorancia, nos haya hecho dudar de nuestras capacidades, sentenciando nuestra supuesta incapacidad. Una vez identificadas dichas voces, es más fácil detenerlas cuando comienzan a repetir mecánicamente sus prédicas.

El solo hecho de enfocar nuestras mentes en lo que queremos, moviliza recursos (internos y externos) en favor de la materialización de nuestras aspiraciones. Movilización que no hubiese ocurrido si no hubiésemos asumido el control de nuestros pensamientos.

Tal vez en un futuro no muy lejano, cuando Internet de paso a la “Brainet”, en la que podamos comunicarnos a través del pensamiento, existan sistemas de alarma para indicarnos cuando nos entregamos a la autocomplacencia negativa, que nos permitan detenernos y cambiar al “modo positivo, creativo”.

Mientras tanto nos toca estar vigilantes, alertas, para no desperdiciar nuestro potencial mental y poder retomar esos sueños que han permanecido congelados, debido a riesgos sobrevalorados o a amenazas imaginarias.

© 2024 Vladimir Gómez Carpio
Consultor en Desarrollo Organizativo
www.soyvladimirgomezc.com
vladigom@hotmail.com

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