Donde está tu luz, allí estás tú
Qué estamos iluminando
La palabra iluminar deriva de los términos latinos in -hacia el interior o intensamente- y luminare -aplicar una fuente de luz. El significado actual que damos al término iluminar es “bañar intensamente con una fuente de luz, alumbrar, llenar de claridad”.
Si pensamos por un momento que lo que somos, en esencia, es precisamente eso, luz, y que lo que denominamos “la realidad” es esa luz reflejada, captada por nuestros sentidos, podremos tornarnos más conscientes de nuestras creaciones.
Toda persona tiene en su haber pruebas de que aquellas metas u objetivos en los que puso su atención y perseveró lo suficiente, acabaron haciéndose realidad en su vida. Y no digo que esto ocurra siempre, puesto que en ocasiones, aunque creamos tener claro el foco de nuestros esfuerzos, puede que nos haya faltado precisión. En otros casos, a pesar de haber sido tenaces en nuestras acciones en pro de un objetivo que ha sido bien especificado, este no se ha materializado debido a frenos o creencias limitantes que han socavado nuestros esfuerzos.
Pero lo que quiero rescatar a través de este escrito es la importancia de que tomemos consciencia de la luz que somos. Que nos demos cuenta de que es ella la que ilumina cuanto percibimos en nuestro mundo. Mundo que cada día estamos logrando apreciar más como una ilusión de nuestros sentidos, que se manifiesta dentro del campo de nuestra consciencia. Es decir, que el mundo puede que sea algo tan insustancial como una pompa de jabón suspendida en el aire.
Sabernos la luz que ilumina cuanto observamos puede empoderarnos en la transformación de nuestra realidad, al darnos cuenta de que es ella la que le confiere “materialidad” a las cosas que disfrutamos o con las que interactuamos.
Si por andar distraídos, esa luz se regodea en temas de carácter negativo o atemorizante, el estado de ánimo resultante será de decaimiento, inseguridad, angustia y hasta depresión. Pero si, por lo contrario, se centra en lo que queremos hacer realidad y mantenemos una frecuencia vibratoria alta, de confianza, estaremos convocando al universo para la manifestación de nuestros sueños.
Cuando esa misma luz se enfoca en nuestro interior, se produce el estado de ensimismamiento que llamamos meditación; si se enfoca en la observación sin juicio, nos conduce al estado de contemplación; si se deleita en el alma de otro ser humano, da lugar al estado de fascinación; y si se abre a esferas superiores, permite el fenómeno de la canalización.
Vivamos cada día conscientes de la luz que somos y elijamos qué iluminar, a sabiendas de que allí donde esté nuestra atención estará transcurriendo nuestra vida.
Link al libro “Cómo llevar la luz al poder, en nuestra vida y en el sistema”.
© 2025 Vladimir Gómez Carpio
www.vladimirgomezc.com
Donde está tu luz, allí estás tú
Qué estamos iluminando
La palabra iluminar deriva de los términos latinos in -hacia el interior o intensamente- y luminare -aplicar una fuente de luz. El significado actual que damos al término iluminar es “bañar intensamente con una fuente de luz, alumbrar, llenar de claridad”.
Si pensamos por un momento que lo que somos, en esencia, es precisamente eso, luz, y que lo que denominamos “la realidad” es esa luz reflejada, captada por nuestros sentidos, podremos tornarnos más conscientes de nuestras creaciones.
Toda persona tiene en su haber pruebas de que aquellas metas u objetivos en los que puso su atención y perseveró lo suficiente, acabaron haciéndose realidad en su vida. Y no digo que esto ocurra siempre, puesto que en ocasiones, aunque creamos tener claro el foco de nuestros esfuerzos, puede que nos haya faltado precisión. En otros casos, a pesar de haber sido tenaces en nuestras acciones en pro de un objetivo que ha sido bien especificado, este no se ha materializado debido a frenos o creencias limitantes que han socavado nuestros esfuerzos.
Pero lo que quiero rescatar a través de este escrito es la importancia de que tomemos consciencia de la luz que somos. Que nos demos cuenta de que es ella la que ilumina cuanto percibimos en nuestro mundo. Mundo que cada día estamos logrando apreciar más como una ilusión de nuestros sentidos, que se manifiesta dentro del campo de nuestra consciencia. Es decir, que el mundo puede que sea algo tan insustancial como una pompa de jabón suspendida en el aire.
Sabernos la luz que ilumina cuanto observamos puede empoderarnos en la transformación de nuestra realidad, al darnos cuenta de que es ella la que le confiere “materialidad” a las cosas que disfrutamos o con las que interactuamos.
Si por andar distraídos, esa luz se regodea en temas de carácter negativo o atemorizante, el estado de ánimo resultante será de decaimiento, inseguridad, angustia y hasta depresión. Pero si, por lo contrario, se centra en lo que queremos hacer realidad y mantenemos una frecuencia vibratoria alta, de confianza, estaremos convocando al universo para la manifestación de nuestros sueños.
Cuando esa misma luz se enfoca en nuestro interior, se produce el estado de ensimismamiento que llamamos meditación; si se enfoca en la observación sin juicio, nos conduce al estado de contemplación; si se deleita en el alma de otro ser humano, da lugar al estado de fascinación; y si se abre a esferas superiores, permite el fenómeno de la canalización.
Vivamos cada día conscientes de la luz que somos y elijamos qué iluminar, a sabiendas de que allí donde esté nuestra atención estará transcurriendo nuestra vida.
Link al libro “Cómo llevar la luz al poder, en nuestra vida y en el sistema”.
© 2025 Vladimir Gómez Carpio
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